Milenio Tamaulipas

Mi marido tiene más familia

- Álvaro Cueva alvaro.cueva@milenio.com

J uan Osorio es un señor ya grande, un hombre que ha vivido, que ha hecho telenovela­s desde hace más de 30 años.

Me impresiona que a estas alturas de su carrera tenga la humildad para atender a las nuevas generacion­es y la flexibilid­ad para manejar los requerimie­ntos de una industria cada vez más complicada. Mi marido tiene más familia, el proyecto que este gran productor de Televisa estrenó el lunes pasado a las 20:30 en Las Estrellas, es una cátedra de televisión.

Yo no sé si a usted le gusten las telenovela­s, si sienta algo hacia Televisa o si le interesen esta clase de cuestiones, pero le doy mi palabra de que ahí está sucediendo algo que merece ser visto y estudiado.

Lo voy a poner en antecedent­es para que me entienda: la televisión abierta privada nacional está pasando por un momento muy delicado de caos y desprestig­io.

Nadie entiende nada. Ni los que la hacen ni los que la miran. Por tanto, ya casi no hay fenómenos mediáticos en esa ventana.

Las audiencias, salvo en casos muy específico­s, están trasladand­o sus hábitos y costumbres a otras plataforma­s menos groseras, menos egoístas.

Si usted se toma la molestia de sentarse a ver televisión abierta privada nacional lo más probable es que tenga que padecer contenidos nocivos para su salud mental, como los de las narcoprodu­cciones, o emisiones muy vulgares, conceptos que tratan a la gente como tonta, que le faltan al respeto.

Y si no, en el “mejor” de los casos, se va a tener que soplar programas que están hechos como si todavía viviéramos en un pasado muy remoto:

Historias viejas, chismes anticuados, noticias que no le dicen nada a nadie. ¡Esto es un horror! Mi marido tiene más familia, sin dejar de cumplir con los requisitos de la televisión privada nacional de la actualidad, es otra cosa.

Aquí estamos ante un contenido ciento por ciento positivo, entrañable y familiar, ante una historia original llena de amor,

humor y valores.

Tenemos personajes de hoy, que viven conflictos de hoy, que utilizan la tecnología de hoy y que le dicen cosas a la gente de hoy.

No es una telenovela tradiciona­l como para llorar todo el tiempo, pero tampoco es una telenovela cómica para mirar chistorete­s y albures de principio a fin.

Es la búsqueda de un nuevo lenguaje, solo que sin la soberbia de esos productore­s acomplejad­os que al sentir pena de la palabra telenovela juran y perjuran que están haciendo series como Game of Thrones.

Mi marido tiene más familia es lo más perfecto, lo más bonito, que se ha hecho en materia de telenovela­s en este país desde hace mucho tiempo.

Ojo: le suplico que recuerde los antecedent­es que le acabo de dar y que mire lo que hay a otras horas ahí mismo en Las Estrellas y en los otros canales. Esto es un acontecimi­ento artístico y comercial. Juan Osorio juntó lo mejor de Mi marido tiene familia con lo mejor de ese cañonazo que fue Una familia con suerte en una especie de cruce estilo gringo (crossover) y el resultado es la cosa más viva de toda la televisión abierta privada de este país.

Por un lado está todo el amor y por el otro, todo el humor.

Y en un extremo tenemos los ingredient­es aspiracion­ales y en el otro, los populares.

A ese repartazo integrado por Zuria Vega, Daniel Arenas, Laura Vignatti, Regina Orozco, Silvia Pinal, Diana Bracho, René Casados y Rafael Inclán ahora se le suman megalumina­rias como Susana González, Arath de la Torre, Carmen Salinas y Carlos Bracho.

¡El resultado es una bomba! ¿Se acuerda de lo que le dije del caos y del desprestig­io? Bueno, esto es lo contrario.

En Mi marido tiene más familia hay un orden, un estilo, un productor y todo el prestigio de toda la industria del espectácul­o mexicano.

¿O qué, acaso usted no ha gozado con alguna de estas figuras viendo el mejor cine, el mejor teatro, el mejor cabaret, los mejores conciertos o la mejor televisión de México?

Si estos actorazos, más muchos otros que no alcanzo a mencionar por razones de espacio, aceptaron estar en Mi

marido tiene familia es por algo. Ninguno de ellos se está muriendo de hambre. Ninguno de ellos tiene la necesidad de hacer el ridículo.

¿Pero sabe qué es lo que más adoro de ésta, la temporada dos de Mi marido tiene familia? Sus contenidos.

Me encanta que sus personajes vivan los conflictos que vivimos las familias mexicana de 2018, que se hable los milagros que tenemos que hacer con los tiempos y los movimiento­s, de las parejas disparejas, de los matrimonio­s que sufrimos para cumplir con el trabajo, con el hogar y con nosotros mismos, de los abuelos que quieren cuidar a sus nietos.

Me fascina hasta la comida que sacan, esa Oaxaca tan hermosa, esa Margarita la diosa de la cumbia a la que tanto admiro, esas apps de los teléfonos celulares. Por favor no se pierda

Mi marido tiene más familia y apréciela. Juan Osorio se está volando la barda. ¿A poco no?

Es lo más perfecto, lo más bonito que se ha hecho en materia de telenovela­s

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ALFONSO MANZANO Estamos ante un contenido ciento por ciento positivo, entrañable y familiar.
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