Incertidumbre pega a la industria joyera
Factores como aranceles, tipo de cambio y renegociación del TLC tienen paralizado un sector que exporta más de 300 mdd al año
Desde civilizaciones ancestrales, la joyería ha sido signo de reconocimiento y abolengo. Un claro ejemplo son los mayas, quienes creaban elegantes piezas —principalmente con jade porque su color representa la vida— y enterraban a sus muertos con ellas porque creían que eso les ayudaría a ser reconocidos en el inframundo.
Han pasado siglos y ese arte se ha convertido en toda una industria que solo en México mueve más de 300 millones de dólares por año; sin embargo, ahora se encuentra en un punto tenso a la espera de posibles afectaciones derivadas de las medidas arancelarias de Estados Unidos, la variación del tipo de cambio y la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC).
En entrevista con MILENIO, Desirée Navarro, directora de la asociación JoyerosMx, explicó que el arancel de 25 por ciento que impuso EU a las exportaciones de acero no es un problema directo para la industria joyera, no obstante, la preocupación es que esa sea la puerta de entrada a una guerra comercial que afecte a sectores de los que depende, por ejemplo, a los productores de plata y oro.
Respecto al tipo de cambio, aunque tras las elecciones presidenciales lleva una tendencia a la baja, la escalada de los últimos años ha tenido un impacto en los precios de los artículos de joyería, dado que ha encarecido insumos necesarios, como el platino, elemento que se importa al 100 por ciento porque en México no se produce.
Según la Cámara Joyera de Jalisco, la mayoría de los casi 314 millones de dólares en joyería que exportó México a otras naciones fueron a Estados Unidos, por lo que un mal acuerdo o el fin del TLC sería un duro golpe para el sector porque implicaría impuestos en rubros como joyería terminada, semiterminada y materia prima.
Navarro resaltó que un mal tratado disminuiría las exportaciones mexicanas, lo que afectaría a más de 20 mil personas que dependen de esta industria, de las cuales 70 por ciento son mujeres.
La preocupación del sector por el tratado comercial se explica por una sencilla razón, dijo la directora de la asociación JoyerosMx: México exporta más artículos de joyería, de las que importa.
Según sus datos de la Cámara Joyera de Jalisco, durante 2017 México exportó 313 millones 947 mil dólares en joyería, mientras que importó 162 millones 220 mil dólares, lo que arroja una balanza comercial positiva de 151 millones 727 mil dólares.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, lo que más exporta México son perlas naturales o cultivadas, piedras preciosas o semipreciosas, metales preciosos, manufacturas de estas materias y bisutería.
En lo que va del año, las exportaciones de joyería mexicana a otros países se ubican en 77 millones 229 mil dólares; sin embargo, debido a la incertidumbre no se sabe si cerrará el año con crecimiento respecto al año anterior. Paralelo a lo antes mencionado, otro problema que enfrenta la industria de la joyería mexicana es la inseguridad, ya que aunque México está entre los primeros 10 países en consumo de joyería, las ventas han bajado derivado de los robos.
Apuesta por México
Aunque en este momento el panorama joyero presenta nubarrones, una empresa internacional de la talla de Pandora asegura que su convicción es invertir en México y seguir creciendo hasta convertir al país en uno de sus puntos estratégicos.
En entrevista, Martín Pereyra, director de mercados emergentes en México y Latinoamérica de Pandora, aseguró que la firma originaria de Dinamarca está tranquila al invertir aquí por los buenos resultados que han obtenido. “México tiene una economía que avanza y admiro la capacidad de recuperación ante cualquier contratiempo que se presente, ya sea de tinte económico, natural o político. También la sociedad es muy positiva y eso siempre es bueno a mediano plazo.”
Indicó que las perspectivas que tienen para la industria es de un crecimiento de 4 a 5 por ciento respecto al cierre de 2017. Pandora prevé tener un dinamismo de hasta 13 por ciento gracias a que México es uno de los países con mejores perspectivas debido a su carácter de emergente.
Comentó que en el país la empresa ha invertido alrededor de 25 millones de dólares en lo que va del año.
“Estamos convencidos del potencial de esta nación para nuestra marca así como para nuestras ventas en retail, en donde esperamos cuadruplicar las minoristas para el año 2022”, abundó Pereyra.
Pandora ha doblado la cantidad de tiendas de finales del año pasado a éste, pasando de cerca de 40 a casi 80 y, para los próximos meses tiene confirmadas las aperturas de ocho puntos de venta más. Con dichas sucursales se ha provisto de empleo a más de 200 personas a lo largo del país, específicamente en Guadalajara, Ciudad de México, Estado de México, Monterrey, Acapulco y Querétaro.
Pandora compra plata esterlina, oro de 14 y 18 quilates cubierto y cristal murano, dichos materiales provienen de Tailandia, donde se produce para todo el mundo. Dicho país registró en 2012 una producción de 14 toneladas métricas de joyería en oro al año.
Variedad
En cualquier parte, la variedad es un factor fundamental, y en la industria joyera no es la excepción. El sector ha sido generoso con las grandes empresas como Pandora, pero también ha cobijado a nuevos diseñadores y joyeros, tal es el caso de Julio Barrera y Jordan Pérez, que en 2013 crearon Julio Jordan Accesories, empresa especializada en la venta de joyería y bisutería fina, en la que Swarovski Crystals colabora por primera vez con diseñadores mexicanos. “En el país existe mucha apertura gracias a los diferentes bazares que se pusieron de moda como Tráfico Bazar, La lonja mercantil y El bazar del centro. Esos espacios han dado la oportunidad de capitalizarse, vender de forma formal y encontrar puntos de venta”, dijo Jordan Pérez.
Con una inversión inicial de menos de 10 mil pesos, la marca comenzó a ganar terreno en el mundo del diseño creando piezas con elementos como la plata de Taxco, oro laminado y cristales Swarovski que vendían en bazares, exposiciones nacionales e internacionales y hoteles boutique.
Su manera de operar los llevó a un crecimiento mayor a 70 por ciento de la inversión inicial; sus piezas oscilan entre mil y 4 mil pesos, por lo que la inseguridad, menciona, no representa riesgo directo.
“La inseguridad no nos ha afectado directamente, pero sí a nuestros clientes, al grado de que han dejado de comprar piezas más caras de oro por lo ostentosas que pueden llegar a ser. Por tal motivo comienzan a comprar bisutería fina, que es una alternativa viable, que luce bastante bien y a nosotros nos beneficia” dijo.
Expuso que el siguiente paso será crecer en exportaciones ya que por el momento solo venden a Estados Unidos y algunos países de Latinoamérica, por lo que están trabajando en la venta impulsada por e-commerce por medio de la plataforma de Kichink y redes sociales.
“Las exportaciones no representan un mercado muy claro ya que 95 por ciento de nuestras ventas son a escala nacional. Muchos extranjeros vienen y se llevan las piezas para revenderlas. Sin embargo, queremos explotar este mercado con el cual aún no estamos tan familiarizados”, enfatizó.
Hoy, con miras al futuro y presenciando un legado que trasciende el tiempo y fronteras, la joyería ha servido no solo para enaltecer los más esbeltos cuellos o anunciar un compromiso nupcial, sino que seguirá contando historias en cada pieza y guardando en sus diseños el alma y la esencia de quien lo porta y de quien lo idea.