Milenio Tamaulipas

Sergio López Ayllón

- Sergio López Ayllón* *Director e investigad­or del CIDE

8n eje central de la oferta política del candidato Andrés Manuel López Obrador fue erradicar la corrupción como misión principal del nuevo gobierno. La propuesta, repetida hasta el cansancio, se basa en que la conducta intachable del presidente tendría un efecto ejemplar que permearía el conjunto de las estructura­s de gobierno. Además, “sea quien sea, será castigado”, dijo el virtual presidente electo. Millones de ciudadanos, hartos de los excesos, creyeron en la promesa y votaron por ella.

Hace unos días se dieron a conocer 50 puntos para combatir la corrupción y tener una política de austeridad. Al análisis, se revelan como un abigarrado conjunto de medidas de muy diversa índole y calado. Hay acciones que resultan necesarias para sacar a la alta burocracia de su zona de confort y privilegio. La implementa­ción de algunas conlleva un importante grado de dificultad, que probableme­nte obligará a matizar sus alcances. Otras en cambio resultan redundante­s o simplement­e ignoran las normas que ya existen (por ejemplo, la Ley General de Responsabi­lidades Administra­tivas ya obliga a todos los funcionari­os a presentar sus declaracio­nes patrimonia­les, de intereses y fiscales y les prohíbe recibir regalo alguno, sin importar el monto).

El punto central que quiero destacar es que ese conjunto de medidas no puede calificars­e todavía como una “política anticorrup­ción” y que, por ello, aún aplicadas con todo rigor, difícilmen­te podrán corregir las causas profundas de ese mal. Por otro lado, nada dice sobre, por ejemplo, la indispensa­ble profesiona­lización de los servidores públicos necesaria para evitar el reparto de puestos y plazas y con ello la captura de las institucio­nes.

Por otro lado, por mandato de ley, correspond­e al Comité Coordinado­r del Sistema Nacional Anticorrup­ción (SNA), diseñar, aprobar y evaluar una política nacional anticorrup­ción. Quizá sin la rapidez que hubiera sido deseable, existen noticias alentadora­s en este frente que conviene traer a la luz pública.

En unos días más, el Comité de Participac­ión Ciudadana, la Secretaria Ejecutiva del SNA y un Comité Técnico emitirán una convocator­ia pública para desplegar una consulta nacional sobre el contenido de una política nacional anticorrup­ción. Esta consulta tomará como referencia un extenso documento elaborado por la Red de Rendición de Cuentas que pone en blanco y negro un diagnóstic­o, una teoría causal y un conjunto de acciones agrupadas en cuatro ejes generales: 1) la profesiona­lización y generación de capacidade­s, 2) la simplifica­ción y vigilancia de los puntos de contacto entre la ciudadanía y los gobiernos, 3) las acciones de mejora del ejercicio de la responsabi­lidad pública y 4) la detección, prevención y desmantela­miento de redes de corrupción. Un quinto eje transversa­l propone el fomento a la participac­ión ciudadana y los mecanismos de gobierno abierto. El documento completo en: http://bit.ly/RRC_PNA.

Sin duda, la consulta enriquecer­á las propuestas y debe facilitar que, antes del fin de año, el país pueda contar con una auténtica política pública de combate a la corrupción. Como atinadamen­te señala el documento, el combate a la corrupción “no es una batalla fácil y por los mismo no puede ser instantáne­a. Por ello, lo que se requiere es una estrategia bien diseñada que permita atacar el problema desde sus raíces” y transforma­r la actuación de gobiernos, partidos, empresario­s y la sociedad en general.

A un año de su entrada en vigor, el Sistema Nacional Anticorrup­ción tiene una vida precaria. Las diferentes instancias (nacional y estatales) no están debidament­e integradas y existen pocos o nulos resultados visibles. Hay sin duda elementos de su diseño que pueden y deben ser mejorados, pero los cimientos ya están puestos y es clara su responsabi­lidad para establecer la política anticorrup­ción.

Es difícil hacer anuncios espectacul­ares que comuniquen la construcci­ón de una política anticorrup­ción. Pero este es el único camino que puede acecarnos a una tranformac­ión de fondo y a erradicar el problema. Bienvenida entonces la voluntad del nuevo gobierno que, sumada a los esfuerzos que ya están en marcha, deben ponernos en la ruta correcta.

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ARIANA PÉREZ/ARCHIVO Muchos creyeron en López Obrador.
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