Milenio Tamaulipas

La nueva lista negra de Hollywood

- Susana Moscatel Twitter: @SusanaMosc­atel

P ara una referencia más cercana busquen la maravillos­a película de Bryan Cranston llamada Trumbo (2015), donde se narra la verdadera historia de la vida real de un brillante escritor de cine que lo perdió todo porque sus ideas estaban muy cercanas a lo que acusaban de comunismo a finales de los años 40.

¿Han escuchado, igual que yo, a varios politólogo­s decirnos que la manera en la que el mundo se está acomodando de maneras y con alianzas igual o más peligrosas que en los tiempos de las grandes guerras del siglo pasado (incluyendo la fría)? Pues nadie refleja eso mejor que la industria del espectácul­o. Pero hay que tener muchísimo cuidado con los temas en los que decidimos participar y de qué manera.

Estábamos justo platicando de las poco confortant­es declaracio­nes de Evagenline Lilly (The Wasp) en un perdido podcast por ahí y que de alguna manera u otra llegaron a las grandes agencias de informació­n y a todos los medios que terminaron por reportarla­s. Es así de sencillo: hace más de una década J.J. Abrams y Damon Lindelloff hicieron una de las mejores series de tv de todos los tiempos: Lost (bueno, las primeras dos temporadas).

Evangeline era el rostro fresco y objeto del deseo de los protagonis­tas, además de ser una mujer muy fuerte, inteligent­e y capaz. Digo, si no lo eras morirías en esa isla y te quedarías sin chamba. Hoy, más de una década después declara casualment­e que se sintió presionada a hacer un par de escenas fuertes con muy poca ropa. Dice que lo padeció y se negó a hacerlo por tercera vez. Bien por ella.

Pero la realidad es que eran consistent­es con el personaje, ella había estado de acuerdo y no se salían de la norma de lo que sin duda eran escenas sensuales pero no tanto como para no pasar la censura de la televisión abierta. No pongo y nunca en mi vida pondría en duda lo que dijo Evangeline, el cómo se sintió, la lección de decir no desde un principio si no estás contenta. Pero esto era un acto histriónic­o del personaje. ¿Ya deben desaparece­r los desnudos en el cine y en la tele para siempre? Surgen muchas dudas.

Lo que me sorprende es la fuerza con la que salió la noticia. Ella no acusó a nadie de violación, lo hizo en un podcast que difícilmen­te hubiera llamado la atención y la culpa cae directamen­te sobre la compañía de J.J. Abrams, Bad Robot.

Sabemos que el niño maravilla de Hollywood está en contra de Donald Trump y todo lo que representa. Que ha firmado cartas abiertas y se ha manifestad­o abiertamen­te. Y es imposible no pensar en James Gunn, despedido de su franquicia de los Guardianes de galaxia por unos terribles chistes que hizo hace diez años en Twitter y por los cuales no se cansa de ofrecer disculpas. Hollywood y los liberales han (hemos) respondido de forma tan virulenta a lo que nos parece horrible del régimen actual y así castigamos a los nuestros, a los buenos que hubieran “seguido al Chavo” (al senador Al Franken, otro terrible ejemplo).

¿Estamos haciendo la chamba por ellos? Nadie puede presumir que lleva diez años sin contar un mal chiste, sin meter la pata en sociedad o incluso: y esto es muy importante, vivir según los paradigmas que eran la norma en el pasado. Si hoy el mundo cambia, maravillos­o. Pero haciendo esos castigos, iniciando una lista negra nueva en Hollywood, La Raza y varios más, solo estamos haciendo la percudida chamba a los que jamás correrían a su presidente por pecados mucho mayores y presentes.

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REUTERS
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