Gracias, señora Polevnsky
Una vez más aplica el proverbio: “No hay mal que por bien no venga”.
Sea por torpes o perversos comportamientos humanos o por fenómenos naturales, si asumimos con buena filosofía lo que nos acontece, algo bueno puede dejarnos, así sea solamente la experiencia para resistir mejor futuras calamidades.
Pues bien, en el remolino que produjo el triunfo arrollador de López Obrador, que trae cerca del cielo esperanzas, ilusiones, certezas, festejos, dudas, miedos y temores, resultan naturales las noticias de buenos propósitos y proyectos válidos, así como de ocurrencias y barbaridades, pero es muy pronto para analizar con claridad y mesura todo lo que nos dicen.
Sin embargo, por los medios de comunicación conocimos un hecho de la mayor relevancia que prácticamente ha pasado al anecdotario de la picaresca política. Carlos Puig fue, tal vez, el único que lo destacó debidamente (MILENIO Diario,
11/2018). Me refiero a la disputa pública entre —ni más ni menos— la presidenta nacional de Morena, Yeidckol Polevnsky, y el gobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco. No tomo partido en pleitos de familia que nada más a ella incumben, solo me refiero a lo sustantivo: el reclamo de la señora al gobernador y el inexplicable silencio de López Obrador ante tan grave y escandaloso caso.
Estas fueron las palabras de la implacable señora, “acostumbrada en estos tiempos a que todo el mundo haga lo que ella quiere” (Puig dixit): “Ha sido para mí muy penosa la situación de Morelos, lo sabe Hugo Éric (presidente del PES). Yo hubiera esperado del futbolista que hubiera dicho a Rabin (ex aspirante a la gubernatura) ‘AQUÍ ESTÁ EL ESTADO, ¿QUÉ QUIERES?, SÉ TÚ EL SECRETARIO DE GOBIERNO, LA MITAD DE LOS CARGOS SON PARA MORENA, LA MITAD PARA NOSOTROS,’ TRISTEMENTE ESTO NO HA SUCEDIDO”.
Ese reclamo no admite distintas interpretaciones. Deja constancia inequívoca de cómo entiende la dirigente de Morena la “honestidad valiente”, la “esperanza de México”, el “Movimiento de REGENERACIÓN (?) Nacional”, el mandato de 30 millones de electores al nuevo gobierno de asignar los cargos administrativos por cualidades personales, no por militancia partidista, y la MORAL que guiará a la próxima administración federal.
Señora Polevnsky: gracias por su sinceridad.
Señor presidente electo y ya en funciones: ¿qué sucedió con su compromiso de que “al margen de la ley nada; por encima de la ley, nadie”? ¿Por qué su silencio? ¿Así se van a repartir las responsabilidades gubernamentales? ¿Esa perversidad estructural, como ética pública, aparecerá en su Constitución Moral? ¿Ese agravio a la Nación se arreglará con “diálogo, diálogo y más diálogo” o requiere sanción pública?
¡Qué vergüenza!, pronto enseñaron sus intimidades. La pudrición política seguirá desbocada. ¡Pobre México!