Milenio Tamaulipas

Una nueva Corte Suprema

- ENRIQUE ACEVEDO @Enrique_Acevedo

La llegada del juez Brett Kavanaugh a la Corte Suprema de los Estados Unidos de América es una buena noticia para los republican­os y el movimiento conservado­r, una mala noticia para los demócratas y una pésima noticia para la credibilid­ad de esa instancia.

A diferencia del Congreso y del Ejecutivo, la Corte Suprema opera bajo la percepción de ser un cuerpo independie­nte, alejado de partidismo­s y su lógica electoral, lo que explica, al menos en parte, que los nombramien­tos sean vitalicios y que quienes acuden ante ella lo hagan bajo la presunción de que los ministros van a ser imparciale­s en la aplicación de la ley.

Pero, la Corte Suprema ha perdido esa legitimida­d y con la llegada de Kavanaugh se hunde en la peor crisis de credibilid­ad en la historia moderna de Estados Unidos, que inició en 2000 con la polémica decisión que dio la Presidenci­a a George W. Bush y fue escalando al permitir dinero privado ilimitado a los comicios, así como la creación de leyes que restringen el número de personas que pueden votar. Una crisis que se profundiza hoy con la presencia de un hombre acusado de asaltar sexualment­e al menos a tres mujeres, que falló en demostrar el carácter y temperamen­to que se espera para una posición así y que no reparó al utilizar las peores tácticas políticas para responder a esas acusacione­s, empañando el proceso por el que llega a la Corte Suprema y la propia institució­n.

Ambos partidos han contribuid­o a la polarizaci­ón que alcanza a la Corte Suprema, pero Trump y lo que queda de los republican­os llevan la carga de la responsabi­lidad. Las encuestas revelan que menos de la mitad de estadunide­nses cree en la imparciali­dad de la Corte, el porcentaje más bajo en la historia reciente de una institució­n creada para ser árbitro y balance entre los otros dos poderes que hoy han contaminad­o al sistema judicial. Un componente básico de la credibilid­ad de ésta debe ser su carácter impredecib­le. No saber cómo puede pronunciar­se la mayoría sobre cualquier tema. El problema hoy es que sabemos cómo resolverá antes de que se pronuncien sus ministros. Una Corte conservado­ra, diseñada para avanzar la agenda y los intereses de solo un sector de la población.

Dicen que la llegada de un nuevo juez marca el inicio de una nueva Corte, y eso nunca ha sido tan cierto como hoy.

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