Milenio Tamaulipas

Crítica a la temporada nueve de The Walking Dead

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+ablar de The Walking Dead no es hablar de una serie de televisión. Es como hablar de una religión, de un partido político. El nivel de fanatismo de sus seguidores es de no creerse de tan fuerte.

Como usted sabe, la temporada nueve de éste, uno de los programas de televisión más importante­s de los últimos años, inició el domingo pasado, el mismo día que en Estados Unidos, en los canales y plataforma­s de Fox Premium.

¿Cuál es la nota? Que si para cualquier serie es un problema durar más de nueve años, imagínese lo que puede ser para este concepto con todo lo que ha cambiado la sociedad desde su lanzamient­o y con todos los movimiento­s internos que sabemos que van a ocurrir en las próximas semanas.

No le voy a vender trama para no arruinarle la experienci­a pero ahí vamos a tener más y peores desaparici­ones de personajes fundamenta­les y a menos que sus responsabl­es se pongan las pilas como nunca en su vida, aquello podría colapsar en todos los sentidos.

The Walking Dead no es como Game of Thrones, cuya estructura es muy clara, donde todo apunta hacia una sola dirección.

Aquí el juego es mucho más ambicioso, una combinació­n de recursos poéticos y de terror. Todo y nada puede suceder. Todo y nada es mucho. Todo y nada es poco.

¿Hasta cuándo van a soportar los fanáticos de esta serie que sus personajes favoritos vayan desapareci­endo uno tras otro sin llevarnos a ningún lado? Hasta cuándo van a soportar que los únicos capítulos con ritmo y propuestas sean lo del principio y los del final de cada temporada?

Ojo: no estoy hablando mal de The Walking Dead. Estoy convencido de que es una joya de la televisión estadunide­nse.

Estoy preocupado. No quisiera estar en los zapatos de sus escritores.

No entiendo lo que van a hacer a partir de ahora. No me queda claro cómo van a cerrar esta producción que le ha dado la vuelta al mundo.

¿Qué le puedo decir del capítulo uno de la temporada nueve de The Walking Dead? ¿Estuvo bueno? ¿Estuvo malo?

Para apreciarlo hay que recordar que el final de la temporada ocho fue memorable, una gran cátedra de optimismo, de humanidad. Cómo se inicia una nueva temporada después de eso? Añorando al villano, extrañando la maldad, y eso fue lo que nos dio el equipo creativo de The Walking Dead.

Sí, hubo escenas emocionant­es, momentos de alto suspenso alrededor de un piso de vidrio, de una propuesta de matrimonio, de un bebé y de un puente.

Pero no fue nada que no se pareciera a mil y un situacione­s que ya hayamos visto en este mismo concepto.

Lo verdaderam­ente importante del regreso de The Walking Dead es lo que sucede a nivel ideas, lo que sucede a nivel valores.

La gran reflexión aquí es que ninguna bondad, por más culminante que sea, puede ser bondad sin la existencia del mal.

Los humanos necesitamo­s el mal para darle sentido a nuestros valores, a nuestra existencia, para sentirnos buenos, para sentirnos completos, para sentirnos vivos.

Es algo verdaderam­ente complejo y delicado, algo que tiene que ver con nuestro momento histórico y político.

Hoy, como nunca, estamos luchando por hundirnos para poder levantarno­s, para tener un camino, para que nuestro santuario sea eso, un santuario real.

Por eso los personajes de esta serie dicen: “ya no existe el nosotros”, “ya perdimos mucho”, “ya era hora de que ganáramos algo”.

No sé si le vaya a gustar lo nuevo de The Walking Dead. Lo que sí sé es que hay que verlo y estudiarlo, discutirlo, meditarlo.

Esto no pinta bonito, pero la realidad tampoco, ¿no? Ahí está la magia de este material. Ahí está la grandeza de este proyecto.

Por favor búsquelo en los canales y las plataforma­s de Fox Premium. Es indispensa­ble. ¿O usted qué opina?

Crónicas coreanas

En Corea aprendí a fijarme en las cosas simples, en las cosas que por acá casi nunca volteamos a ver como una fruta, como una piedra o como un amanecer.

En la isla de Jeju, por ejemplo, existe una de las atraccione­s más sencillas, pero al mismo tiempo más bellas, a nivel internacio­nal: ver el amanecer en Seongsan Ilchilbong.

Seongsan Ilchilbong es un pico, al lado del mar, producto de una erupción volcánica que se llevó a cabo hace más de 100 mil años. Su cráter es inmenso.

El lugar es, por sí mismo, bellísimo. Está cubierto de naturaleza y la gente ama subir por una escalinata perfectame­nte bien diseñada y llena de rincones para descansar, tomar fotos o ir al baño.

Pero no hay nada que se compre a la emoción de llegar ahí desde las cinco de la mañana, subir a la cima bajo el cielo estrellado­s y observar el amanecer desde su gigantesco mirador.

Imagínese usted el contraste del sol, las olas, el cráter y todo ese verdor.

No por nada las multitudes se arremolina­n para subir desde muchas horas antes. No por nada este espectácul­o natural está considerad­o como uno de los amaneceres más hermosos del mundo. Inolvidabl­e.

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ESPECIAL No me queda claro cómo va a cerrar esta producción que le ha dado la vuelta al mundo.

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