La ciencia con sonrisas entra: Javier Santaolalla
El físico y escritor participó en la Fiesta de las Humanidades en el Museo Universum
El tenor Plácido Domingo es un artista que ve hacia el futuro, si bien la tarde de ayer, en ocasión de reencontrase con su alma mater, fluyeron los recuerdos. Muchos de ellos conmovedores, sobre todo relacionados con quienes lo encaminaron en una carrera que elevó a los grandes escenarios del mundo.
Durante la ceremonia en la que se anunció que un auditorio al aire libre del Conservatorio Nacional de Música lleva ahora su nombre, mencionó que no podía olvidar sus primeras óperas.
“Estas obras fueron con el maestro Eduardo Hernández Moncada. Tuve la suerte de debutar en una parte muy pequeña en Rigoletto. La segunda actuación, en la misma temporada, fue en una producción del maestro de una obra extraordinaria que se había estrenado el año anterior en Francia: Diálogo de carmelitas”.
Al recordar estas primeras funciones, realizadas en 1959, Domingo señaló con orgullo: “si contamos desde entonces, sepan ustedes que estoy llegando casi a las cuatro mil 500 funciones de ópera. Ustedes me enseñaron muy bien el camino, así que les agradezco”, expresó como si abrazara a la institución que lo formó y a los maestros que lo guiaron.
Expresó que a través de tantos años de carrera como cantante y director de orquesta, en los diferentes teatros del mundo le preguntan que dónde estudió, a lo que responde con orgullo: “en el Conservatorio Nacional de Música de México”. Entre el público recorrió las caras de los alumnos y con buen humor les comentó: “Tienen el defecto de ser jóvenes, pero es algo que se termina con los años, se pasa”.
Afirmó que su padre, que mucho había sufrido en la zarzuela —porque “tenía el defecto de ser honrado”—, no quería que su hijo fuera cantante, sino músico. Después de una triunfal carrera, Plácido Domingo dijo ayer satisfecho: “Soy músico, y eso es grandioso para mí, lo mismo que haber estado aquí. Veo caras jóvenes y los invito a que aprecien este Conservatorio que yo llevo dentro de mí.
El físico, escritor, youtuber y divulgador español Javier Santaolalla se presentó en la sexta edición de la Fiesta de Humanidades que se llevó a cabo ayer en la tarde en el Museo de Ciencias Universum de la UNAM. Ante un público de alrededor de 500 personas, con su estilo ameno ofreció la conferencia “Un anillo colisionador para gobernarlos a todos”.
“Solo conocemos el 4 por ciento de la materia del universo, lo demás es un completo misterio”, aseguró durante una charla que se centró en temas como los agujeros negros, el lado oscuro del universo, la antimateria, las masas y su interacción con el vacío y otros cuerpos; mismos que explicó con su habitual sentido del humor y utilizando ejemplos cotidianos que se hicieron reír a su público.
El autor de libros como El bosón de Higgs, quien logró con facilidad atrapar la atención de los asistentes, destacó también la importancia de comprender la masa y la densidad de su energía al colisionar con otros cuerpos e interactuó con el público durante la charla que duró una hora.
Al despedirse Javier Sataolalla invitó a los jóvenes que se dieron cita en el encuentro a prepararse y seguir estudiando física: “Hay un campo enorme por explorar en el universo, muchos enigmas para entender su funcionamiento, así que estudien mucho para poder comprenderlo, denle mucho al coco porque quizás en un futuro sean los próximos Albert Einsteins”, afirmó entre aplausos.
El popular youtuber ofreció una firma de autógrafos con la Editorial De Vecchi que distribuye en México sus libros Si tú me dices gen lo dejo todo, El bosón de Higgs y la Agenda 2019, todos editados por Esfera de Libros.
Con muestras de cariño y emoción por parte de sus seguidores, el escritor firmó sus libros a 150 personas, quienes pudieron compartir con el autor desde fotos, abrazos y hasta juguetes de personajes de la serie Rick and Morty. El español se mostró contento con el resultado de este encuentro tan emotivo.