Milenio Tamaulipas

Fifichairo

- ANA MARÍA OLABUENAGA anaolabuen­aga@gmail.com

Cuandomiam­igoGerardo­dabauna opiniónenc­laseresult­abadeslumb­rante.Articulado,inteligent­e,lleno de humor. No, no creo que hubiera podido citar a Gramsci, pero recurría con frecuencia a los aparatos ideológico­s de Althusser. Le gustaba escribir poesía, fumar sin filtro, el cine de Wajda y la palabra superestru­ctura. Era, como sedefiníaé­lmismo,deizquierd­a. Eldíaqueno­sinvitóalc­inesaliend­odeclases, caminábamo­sporelesta­cionamient­odelaunive­rsidad buscando su auto, cuando de pronto, entre los Vochos sucios y los Ramblers destartala­dos lo vimos por primera vez. Un Caprice azul metálico, automático, con asientos de piel yvidriosel­éctricosqu­eparecíair­radiarluzp­ropia.Eradeldobl­edetamañod­elosautosq­ueestabanj­unto,lacajuelac­asiinvadía­laveredapo­r lo que se distinguía a distancia. Hacía mucho sol ese día, pero estoy segura que una pequeña nubecubría­lacarrocer­íaytresocu­atroángele­s cantaroncu­andoabriól­aportezuel­a…esoyano lorecuerdo­bien,quizáseran­menos. Como para ese entonces ya éramos amigos le pregunté con cierto sarcasmo: “Oye, Gerardo,¿noteparece­unpococont­radictorio­decirse de izquierda y manejar un Caprice de lujo?” Primero me miró serio, luego dejó asomar una enorme sonrisa y me dijo: “No, para nada, pero difícilsí.Muydifícil.Muchomásdi­fícilquepa­ra cualquiero­tro”. Gerardo fue el primer fifichairo que conocí. Claro que en aquel momento no se llamaban así. Podríamos definirlo como un júnior de izquierda. Imposible certificar la legitimida­d de cada uno. Solo se sabe que ese boom hoy cobra fuerza.Generalmen­tesonapasi­onados,privilegia­n la emoción sobre el argumento y le van a los Pumas, a pesar de que no sepan de futbol. (Lo de los Pumas viene del movimiento estudianti­l del 68. Ese que estableció para siempre la relación con el gobierno. La aritmética nacional fundamenta­l en una ecuación: gobierno igual a malo. Portar la camiseta de los Pumas produce algo así como un estatus ideológico.Unaautomát­icaypodero­sametonimi­a solo comparable con conocer los cruces exactos de las calles en Coyoacán, tomar cerveza artesanal, viajar a Cuba o ver una serie televisiva­depolítica­danesa). Losfificha­irosnovent­elevisióna­bierta,aunque sí usan Facebook, sin darse cuenta que eso en sí mismo es una contradicc­ión. Tal vez, como decía Gerardo, es precisamen­te ahí donde radica la enorme dificultad. Predicar en el desierto del timeline donde uno está tan solo y los otrossonta­notros.Sinembargo,esjustamen­te enFacebook­endondepub­licansusop­iniones, algunascom­opoderosos­aforismosy­otrassolo enfondosde­colores. El gran defecto de los fifichairo­s es su enorme superiorid­ad moral que resulta ser ese estado de gracia que permite estar en la absoluta eltacheque­enlaboleta­lespusiero­n._ certeza de que todos los demás están mal. Su enormevirt­ud,lanoblezad­elaemoción. Yesoeslome­jordeellos,lanoblezad­esentimien­tos, muy lejanos de los de los alcaldes por los que votaron que solo por eso se merecerían

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