Milenio Tamaulipas

“Dejemos de dividirnos entre fifís y chairos, fresas y nacos...”

- SUSANA MOSCATEL susana.moscatel@milenio.com

E l odio que se ha ido cocinando y que solo ha sido expuesto a su mayor potencia por la era de Trump ha permeado de tal manera que debe ser mencionado, estudiado y sobre todo evadido. Nosotros podremos ser una sociedad en conflicto, pero debemos ser capaces de entender de los errores y creo que esta es una triste oportunida­d para que en nuestro país dejemos esa pretensión de dividirnos entre fifís y chairos, fresas y nacos o cualquier otro término despectivo que queramos usar para hablar de un grupo de personas que evidenteme­nte vive realidades distintas a la nuestra. Tenemos muchísimos problemas aquí, pero aprendamos al menos a no caer en esas tremendas divisiones sociales que ocurren y provocan cosas como, por ejemplo, lo que pasó en una función de la obra El violinista sobre el tejado en Baltimore el pasado miércoles, donde un hombre decidió que era apropiado gritar “Heil Hitler, Heil Trump”, durante el intermedio de la obra que trata, precisamen­te, sobre el odio y la persecució­n hacia un grupo de personas, la comunidad judía en este caso, en la Rusia del Tsar. La cosa es que más allá del odio, el circulo vicioso del terror y sus trágicas consecuenc­ias siempre vienen de la mano. Y siendo esta una columna que generalmen­te habla de entretenim­iento, puedo decirles como en 20 años éste ha permeado no solo en las temáticas que enfrentamo­s cada día más. En la puesta en escena que les cuento es particular­mente triste que se haya dado ese grito, pues los personajes están precisamen­te terminando de sobrevivir un pogromo, un ataque diseñado en esos tiempos en Rusia para quemar, destruir, violar y matar a todo miembro de la comunidad judía. Y en esta historia en particular, ocurre justo después de un momento de profunda felicidad, una boda lograda por amor. Evidenteme­nte las lecciones del pasado no han permeado en absoluto. Una de las cosas que más me impresionó cuando leí los testimonio­s de este acto, que un gran amigo me mando, fue que la mayoría de la gente de ese teatro corrió cuando escucho el grito, esperando que iba a seguirle una ráfaga de balazos y un asesinato masivo, como ya parece ser una triste costumbre en nuestro país vecino y Europa. En escuelas,conciertos, eventos deportivos… no es forma de vivir. La cultura, el teatro, deben ser antídoto s contra estas cosas. Pero sé de mucha gente que ya no quiere ira lugares donde habrá muchas personas por ese miedo. E insisto, en esta forma, si bien es una manifestac­ión de la descomposi­ción social muy al estilo estadunide­nse, es también un claro y triste camino que han recorrido que empezó con una división social terrible. Si algo podemos hacer, con todas las tragedias que ya vivimos, es tratar de evitar alimentar ese monstruo. Le tiene que ir bien al país para que nos vaya bien a todos. Tenemos, desde políticos hasta ciudadanos, dejar de crear ese resentimie­nto, que, si bien es más que justificab­le en muchos casos, no debe acabar con nosotros, sino todo lo contrario.

¡Qué alguien me explique!

Están leyendo a tiempo esta columna para conseguir boletos para Roma pues hoy muy, pero muy temprano se liberaron boletos para la nueva función del día 29.

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