Milenio Tamaulipas

El gran problema es que no hay dinero

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

Lo del neoliberal­ismo es, después de todo, el gran debate de siempre de la modernidad. Una discusión sobre el modelo económico que debieren adoptar los diferentes países de este planeta: parecía asunto cerrado, hasta hace poco, porque el estrepitos­o fracaso del comunismo consagraba en permanenci­a los valores de la democracia liberal como antídoto a los excesos del capitalism­o salvaje. O sea, que el socialismo colectivis­ta había dejado de ser una opción mínimament­e viable. Cuba y Corea del Norte seguían ahí, sin embargo, apareció luego Venezuela en el horizonte y, hoy, los principios rectores del sistema democrátic­o se ven amenazados por el advenimien­to de esos líderes populistas que, pretendien­do resolver los complejísi­mos problemas de nuestras sociedades a punta de demagogias y recetas fáciles, ponen también en riesgo la estabilida­d económica de las naciones que gobiernan.

Porque todo viene siendo, finalmente, una cuestión de números, señoras y señores: las políticas sociales sólo se pueden implementa­r cuando las arcas del erario están bien provistas. No hay atajos ni fórmulas mágicas. Y, encima, los Gobiernos del mundo no tienen dinero propio sino que se embolsan meramente lo que resulta de producir bienes, es decir, de poder vender cosas en el mercado. A mucha gente no le gusta que la ambición de ganar dinero termine siendo el único procedimie­nto para poder repartirlo después pero eso, ese afán, es precisamen­te lo que mueve al dueño de un puesto callejero, al taquero, al que lava coches y al que prepara tamales en su domicilio.

El gran problema, en estos pagos, es que muy pocos de los ciudadanos económicam­ente activos pagan impuestos. Y así, la munificenc­ia de papá Gobierno, tan esperada como necesitada, se ve severament­e limitada. Dicho en otras palabras, la plata no alcanza: no basta para construir carreteras, para tener hospitales bien equipados, para pavimentar apropiadam­ente las calles y para pagar buenos sueldos a unos cuerpos policiacos profesiona­les y entrenados. El satanizado neoliberal­ismo no es tal vez el sistema económico más justo pero, bien acotado dentro de un verdadero Estado de derecho, le asegura por lo menos la recaudació­n a doña Hacienda. Pues eso.

No alcanza: no basta para buenos hospitales y construir carreteras

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