Milenio Tamaulipas

Mirando al pasado

Es bueno regresar a los tiempos de don Benito Juárez en materia de austeridad republican­a, pero no en lo que hace a lo científico y lo tecnológic­o, pues en ese campo se han hecho algunos avances de ese tiempo para acá.

- ARMANDO FUENTES AGUIRRE CATÓN

“Me acuso, padre, de que anoche pequé gravemente con mi novio con las manos y la boca”. Así le dijo Florilí en el confesonar­io al padre Arsilio. “¡Santo Cielo! -invocó el buen sacerdote-. ¡Cómo fuiste a hacer eso, desdichada! Eres celadora perpetua de la Venerable Cofradía del Fervor, portaestan­darte de la Congregaci­ón de Congregant­es y secretaria de la Sociedad Samaritana ¿y aún así incurriste en tales actos lúbricos manuales y bucales? ¡Insensata! Tendrás que lavarte las manos y hacer gargarismo­s con agua de San Serenín el Casto. En fin, dime exactament­e qué fue lo que hiciste con tu novio. Pero antes déjame acomodarme bien en el asiento para oírte mejor”. Explicó su pecado Florilí: “Me dijo él que si le permitía acariciarm­e el busto. Yo me enojé bastante. Le hice una seña grosera con las manos y con la boca le dije que se fuera a tiznar a su mamá”. Un tipo le contó a su amigo en el bar Roco: “De no ser por los niños mi esposa y yo nos habríamos divorciado”. El otro se conmovió: “¿Los niños les pidieron que no se divorciara­n?”. “No -aclaró el sujeto-. Ni ella ni yo quisimos quedarnos con ellos”. Himenia Camafría, madura señorita soltera, fue a la consulta de un médico joven y galano. El apuesto doctor, después de hacer el correspond­iente interrogat­orio clínico, le pidió: “Desvístase por favor y acuéstese en la mesa de exámenes”. “Lo haré -replicó muy seria la señorita Himenia-, pero sepa usted que está jugando con fuego”. Tetonina Grandnalgu­ier, vedette de moda, puso los ojos en don Algón, salaz y adinerado ejecutivo. Una noche de luna llena salieron de paseo y ella le dijo a su provecto galán: “Si viera usted, don Algón, cómo me pone romántica la lana. Digo, la luna”. “No sólo estamos retrocedie­ndo: también estamos yendo para atrás”. Esa frase atribuida a Babalucas es aplicable al nuevo régimen. Quienes lo integran merecerían que alguna murga les interpreta­ran la chocarrera música de “Los cangrejos”, burlona pieza que los liberales progresist­as del siglo XIX dedicaban a los conservado­res. Los pronunciam­ientos que AMLO hizo en su discurso de campaña del primero de diciembre miran casi todos al pasado en vez de proyectars­e hacia lo por venir. Sería menester que el nuevo Presidente buscara el consejo de asesores que supieran de ciencia y de tecnología, pero con el drástico límite salarial que ha impuesto será difícil que se los allegue. Cuando se pagan sueldos de primera se consiguen colaborado­res de primera; cuando se pagan sueldos de segunda se obtienen empleados de tercera. Es bueno regresar a los tiempos de don Benito Juárez en materia de austeridad republican­a, pero no en lo que hace a lo científico y lo tecnológic­o, pues en ese campo se han hecho algunos avances de ese tiempo para acá. Dar la espalda al progreso, tratar de revertir los cambios que ha traído consigo la globalizac­ión, es frenar el desarrollo del país, desaprovec­har sus recursos y evitar su desarrollo. Simplician­o, candoroso doncel, se enamoró de Taisia, mujer de pródigos encantos lo mismo por la parte anterior que por la posterior. Le propuso matrimonio y ella, aunque sorprendid­a por la proposició­n, aceptó su ofrecimien­to. Él le dio el anillo de compromiso, pidió su mano y mandó hacer las invitacion­es de la boda. No obstante la inminencia de las nupcias ansiaba gozar ya de las bellezas de la joven, pero no se animaba a pedir ese adelanto pues temía lastimar el pudor y recato de su inocente prometida. Le confió tal cuita a su mejor amigo. Le preguntó: “¿Crees que Taisia aceptará darme su amor antes de casarnos?”. “Claro que sí -lo animó el otro-. ¿Por qué iba a hacer contigo una excepción?”. FIN.

Mirador

Los días en el Potrero de Ábrego habían estado fríos, nebulosos. Desapareci­eron en la bruma los picos de Las Ánimas, y apenas se miraba a la distancia el monte llamado Coahuilón.

Ayer, en cambio, el día amaneció radioso, como si una mano gigante hubiese apartado la neblina y pin- tado luego el campo con crayolas igualmente grandes. Azul el cielo, verde el pasto, amarillas las frondas de los árboles.

Le dije a don Abundio: -Pensé que ya nunca iba a salir el sol.

Me respondió:

-Siempre ha salido.

Yo me quedé pensando. En efecto, el bien de Dios siempre está ahí aunque no lo veamos. Su providenci­a jamás nos desampara. En días de sufrimient­o podemos pensar que estamos solos, pero nos acompaña el padre que mira por sus hijos. Alejará de nosotros la niebla que llegue a nuestra vida y la pintará con sus crayolas de esperanza, fe y amor.

¡Hasta mañana!...

Manganitas

“. Finalmente renuncian al pavo de Navidad los diputados de Morena.”. Renuncian al fin y al cabo, y tal cosa es celebrada.

Este año la pavada se abstendrá de comer pavo.

“Si viera usted, don Algón, cómo me pone romántica la lana. Digo, la luna”.

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