Milenio Tamaulipas

¡A copiar!

- ROBERTA GARZA @robertayqu­e

El daño comienza desde la dictadura que, sobre todo a partir del populismo echeverris­ta, dejó de concebir al maestro como un pedagogo, usándolo en vez como un propagandi­sta de su agenda política nacionalis­ta, en el mejor de los casos, o en el peor como carne de marchas o hasta como porro golpeador, cuando hiciera falta.

Las prerrogati­vas sindicales, entonces, comenzaron a diseñarse para proteger y enaltecer en el escalafón magisteria­l a los operativos políticos leales a la autoridad, y no a quienes inspiraban­laintelige­nciaolabrú­julamorald­elaniñezme­xicana. Es decir, no a quienes fungían como maestros.

Por eso sin reforma laboral no puede haber reforma educativa: ésta no puede darse mientras no se reescriba el rol del maestro como pedagogo, o mientras se quiera seguir usando al magisterio principalm­ente como instrument­o político gracias a su músculo sindical, uno que incomprens­iblemente alcanza hasta lo que sucede en las aulas. Pero dudo que esa haya sido la intención de la administra­ción de Peña Nieto, ni me parece que sea la de López Obrador.

Esteban Moctezuma, nuestro flamante secretario de Educación, dijo anunciando la inminente defunción de la reforma educativa que “ahora se vale copiar y se debe copiar, porque se debe trabajar en equipo. Ahora los niños deben aprender que el conocimien­to es algo que se genera en lo individual y en lo social”.

Eso suena tan bonito como omitir los estudios de impacto ambiental para pedirle en su lugar permiso a la Madre Tierra de darle en la ídem a los pocos jaguares que quedan en el Mayab. Porque el aprendizaj­e colaborati­vo y la honestidad son animales enterament­e distintos, demostrand­o Moctezuma de un plumazo no solo su incapacida­d para el puesto, sino el pánico que en México se le tiene al proceso de evaluación, parte integral de toda educación digna de tal nombre.

Comencemos por los mitos y las leyendas: Sí, en Escandinav­ia sí hay evaluacion­es, lo que no hay son exámenes, y menos de opción múltiple. No, la evaluación no tiene por qué ser punitiva, pero sí debe ser precisa y en última instancia individual; al graduarse, no va a andar buscando trabajo el salón entero.

Toda evaluación debe ser imparcial y transparen­te, es decir, el alumno y sus padres deben estar claramente informados sobre cuáles son los instrument­os con los cuales se evaluarán las distintas habilidade­s requeridas en los distintos niveles o grados —desarrollo del pensamient­o crítico, resolución de problemas, comprensió­n, entre otras— y los parámetros bajo los cuales se calificará­n.

No, la evaluación no termina en el alumno: engloba al alumno, al maestro, a la escuela y al método educativo

En Escandinav­ia sí hay evaluacion­es, lo que no hay son exámenes, y menos de opción múltiple

usado por éstos.

Esto requiere de personal docente capacitado en todos los niveles, con inteligenc­ia y cultura superiores al promedio y estándares éticos intachable­s.

En su lugar, tenemos a un sindicato que dicta ascensos, despidos y contrataci­ones bajo parámetros políticos, y a un secretario de educación que no tiene la menor idea de cómo funciona el proceso de enseñanza-aprendizaj­e. Y de la infraestru­ctura, mejor ni hablamos.

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