El presupuesto del presidente
Hubo pocas sorpresas en el paquete económico presentado por el secretario de Hacienda. Como nos lo habían anticipado durante toda la campaña este es un presupuesto que ve al pasado, inventando un pasado idílico donde todo era mejor y que nunca existió. No se logra transitar de una visión de corto plazo a una de desarrollo, de crecimiento. Tampoco de igualdad de oportunidades, emblema por años del ahora presidente López Obrador.
Con lo presentado, queda claro que esa es la visión de país que el nuevo gobierno quiere instaurar. No la de un país inmerso en un mundo que vivirá cambios dramáticos en su dinámica poblacional y que debería de prepararse para los inminentes cambios tecnológicos. El presupuesto va más allá de los rituales a la Madre Tierra, de las conferencias mañaneras y de los aluxes; va más allá de la retórica. Aquí ya se asignan los recursos públicos y se definen las prioridades (valdría la pena recordar la frase de Margaret Thatcher: “No hay dinero público; es el de los contribuyentes”).
No es un presupuesto de la Secretaría de Hacienda. Tampoco busca el consenso ni el crecimiento del país. Es el presupuesto del presidente para cumplir con sus promesas. Pero sí es uno relativamente austero que promete responsabilidad fiscal al considerar un superávit primario de 1% del PIB.
Para 2019 se estima gastar 5 billones 814 mil 291 millones 700 mil pesos. Para 2018 se calcularon 5 billones 279 mil 667 millones de pesos. Es decir, se prevé gastar aproximadamente 6% más de lo que se presupuestó en 2018, en términos reales. Se estima tener ingresos por 5 billones 274 mil millones. La diferencia se tendrá que cubrir con deuda, como es normal, aunque el presidente haya dicho que no habría deuda adicional. Claro, sus traductores dirán que en realidad lo que quiso decir es que estabilizarían la razón deuda/PIB, pero eso es más difícil de comunicar en un discurso en la plaza pública. Pero deuda habrá. Me dirán también que eso no es lo verdaderamente ejercido y tendrán razón, pero el presupuesto que se propone tampoco se ha ejercido. Para saber el verdadero compromiso con la responsabilidad fiscal tendremos que esperar a que termine 2019.
En términos agregados, aumenta 45% el monto otorgado en subsidios. Quizás lo más grave es que disminuyen los recursos para las universidades públicas y para educación superior. También para la enseñanza de inglés. Sí habrá para las 100 universidades nuevas; ojalá den mejores resultados que los que ha dado la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. La educación no es prioritaria.
La salud tampoco. Disminuyen también los recursos enfocados a este rubro incluyendo los programas de prevención de diabetes, grave problema de salud pública. Aunque contemos con la venia de la Madre Tierra para la construcción del tren maya, el medio ambiente resulta irrelevante. Aumentan los fondos destinados a Pemex y se asignan fondos para la refinería en Tabasco. Disminuyen 82% los fondos para asistencia consular. Los migrantes tampoco son prioritarios.
Se había dicho por doquier que se gastaría poco en publicidad. Al comparar el presupuesto de 2018 con el proyecto actual, el incremento es 39%. Pues sí. Es el presupuesto del presidente.