Milenio Tamaulipas

El Piojo da un paso al frente

América. El timonel de las Águilas aprendió de sus derrotas pasadas para que esta Liguilla su equipo fuera más completo

- HIGINIO ROBLES LEÓN

Hace un año y medio, Miguel Herrera regresó al banquillo del Club América con el objetivo claro —y la solicitud del dueño— de que las Águilas tenían que volver a ser un equipo protagonis­ta, uno que no solo peleara por los títulos, sino que los ganara. Es un entrenador que entiende a la perfección el peso histórico de esa institució­n, aunque no se crió en ella como jugador y tampoco se formó ahí como entrenador, en su primera etapa logró una química especial con el aficionado americanis­ta.

El Piojo volvió con crédito ganado, pero el mismo es consciente que por más que ya había levantado un título, este club te evalúa por los trofeos que ingresan a las vitrinas y no por los buenos resultados en la fase regular, porque uno de los mandamient­os no escritos en Coapa es que el América celebra campeonato­s y no victorias en partidos.

El último año, Miguel se había quedado en el umbral de las semifinale­s, Tigres y Santos fueron sus victimario­s, en la Liguilla de hace un año se marchó de la fiesta sin haber marcado un gol en 360 minutos, algo alarmante para las Águilas que en su historia siempre habían logrado anotar cuando menos un gol en partidos de esa índole.

Y en mayo de este año se fue eliminado por Santos porque su equipo no supo gestionar el juego

de ida, se lanzó a jugar a corazón abierto y los golpes que recibió de los laguneros fueron una losa muy pesada para la vuelta. En ambas series el semblante de Miguel fue de coraje, porque no es un tipo conformist­a, sabía que necesita aprender y corregir.

Y el Piojo dio un paso al frente, si bien retocó su equipo con algunos refuerzos, la realidad es que el peso de los mismos no fue el que se esperaba, pero Miguel supo gestionar a sus jugadores, leyó bien el momento de cada uno y los mandó al campo cuando arrojaron su mejor rendimient­o, generó competenci­a interna y no se tocó el corazón cuando movió a algunas vacas sagradas.

En el Apertura 2018, Herrera fue cuestionad­o porque hubo un momento en el que América parecía no tener rumbo, aguantó la crítica y se refugió en el vestuario y aceptó que si no ganaba el título su puesto estaba en riesgo.

Acabó el torneo en segundo lugar, superó la barrera de los 30 puntos, fue la mejor ofensiva y la segunda mejor defensiva. Pero era en la Liguilla donde tenía que evoluciona­r, demostrar que había aprendido del pasado.

Gestionó cada fase de la mejor manera, sufrió con Toluca y demandó a su equipo más concentrac­ión, despedazó a Pumas y se instaló en la Final. Primera meta, pero faltaba lo más grande.

En la batalla táctica contra Pedro Caixinha se llevó de calle al portugués, sobre todo en la vuelta, en la que montó un equipo que tuvo temple y recuperó a Edson Álvarez en la media cancha, algo que pocos se esperaban y que terminó por definir la Final. Segundo título y la comprobaci­ón de que ha aprendido a jugar y gestionar las Liguillas. Y ahora, Miguel Herrera está a un títulodese­relentrena­dormásgana­dor en la historia del América.

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