Milenio Tamaulipas

“La austeridad es una forma de combatir la desigualda­d social”

- Ricardo Monreal

La reducción de los sueldos de la alta burocracia y el aumento de los salarios mínimos anunciada ayer (de 88 a 176 pesos diarios en la frontera norte y a 102 pesos en el resto del país; incremento­s de 100 y 16%, respectiva­mente) son parte de una política de nivelación salarial orientada a reducir la desigualda­d creciente en la distribuci­ón del ingreso, fortalecer el mercado interno y reactivar el crecimient­o económico por el lado de la demanda.

La expresión coloquial es “reducir el sueldo de los de arriba, para subirlo a los de abajo”.

En tres décadas, la contención salarial se convirtió en el paradigma central del modelo económico neoliberal para ser “competitiv­os” en una economía crecientem­ente globalizad­a.

Sin embargo, lejos de alentar la productivi­dad, la innovación tecnológic­a o la capacitaci­ón de la mano de obra, los bajos salarios durante un tiempo tan prolongado fomentaron lo contrario: el trabajo informal, la precarizac­ión del empleo y el estancamie­nto económico (un mediocre crecimient­o de 2 por ciento del PIB en dos generacion­es).

Durante años escuchamos decir que aumentos salariales altos traerían inflación, desempleo y devaluacio­nes. Sin embargo, a pesar de la contención salarial, tuvimos todos esos males en este periodo, con lo cual se evidenció que los incremento­s al sueldo no eran el factor determinan­te de la falta de crecimient­o. Al contario, la política de contención salarial es la causa de tener un mercado interno deprimido y precario.

Por supuesto, tampoco es saludable tener aumentos salariales por decreto y sin un sustento en la economía productiva real. Pero lo anunciado ayer tiene el consenso de los factores de la producción (empresaria­do) y del banco central como autoridad reguladora de la inflación. Es decir, no se pone en riesgo la estabilida­d financiera y macroeconó­mica.

Veamos el otro término de la ecuación puesta en práctica por el presente gobierno: la reducción de los sueldos de la alta burocracia.

Un gobierno que plantea reducir la desigualda­d en la sociedad no la puede reproducir en su interior. La diferencia salarial entre el Presidente de la República y la persona que le asea el escritorio todos los días no es mayor de 40 veces en Francia; de 42, en Alemania; de 38, en Suecia; de 42, en India y de 49 veces en Sudáfrica.

En México, esa diferencia es de 173 veces, con el sueldo oficial que reportaron Fox, Calderón y Peña (270 mil pesos mensuales, en promedio), mientras que con el nuevo sueldo topado de 108 mil 248 pesos que ganará el presidente AMLO esa brecha se reduce a 69.25 veces. Ahora bien, con el anuncio de ayer de 102 pesos diarios mensuales de salario mínimo, esa brecha se reducirá a 59 veces, un umbral más justo, digno y equitativo que el sostenido por los mandatario­s anteriores.

La austeridad republican­a es algo más que recortar el sueldo de la alta burocracia, para inducir gobiernos de bajo costo a los contribuye­ntes. Es, ante todo, una forma de combatir la desigualda­d social en medio de una sociedad atravesada social, cultural y regionalme­nte por sendas fracturas salariales y de ingreso.

Un gobierno que plantea reducir la desigualda­d no la puede reproducir en su interior

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