Tercos, maravillosos y sin presupuesto
Como era de esperarse la política de austeridad ni siquiera considero que recortar el presupuesto a la cultura sea un “error” aunque esto curiosamente ha sorprendido a muchos artistas que más apoyaron al actual gobierno. Así que aquí estamos nuevamente (Déjà Vu total) y hoy toca hablar del teatro y México en 2019.
Este año que cerramos, se dieron los Premios Metropolitanos de teatro, los cuales, si bien generaron sentimientos encontrados en algunos, la verdad es que lograron unir a los nuevos y a los de siempre. A los que menos imaginaríamos y a los que sueñan. A los que logran hacerla con patrocinio y venta de boletos (los grandotes, pero los menos) con aquellos que dependen de ese pequeño pedacito de presupuesto para existir. A los micro, breve y experimentales. A los que lo hacen en las calles. A los que se consiguen un teatro frío y lo tratan de calentar.
Señores, el teatro está más vivo en México que en la gran mayoría de los lugares del mundo. No podría tener un corazón más grande. Y está en peligro.
No porque la gente que se dedica a esto vaya a dejar de hacer lo que hace. Con los dedos de mis manos puedo contar a la gente que vive bien del teatro, pero sé de cientos de personas que lo hacen a pesar de que arriesgan su patrimonio entero. Su día a día. Su seguridad. Y no por ego. Porque esta es una fuerza de vida que te contagia en todos los demás aspectos de ella. Te ilustra, te confronta con tus sentimientos y los demás. Te permite existir en otros planos. Te enseña. Abre la mente de los niños y siempre verán el mundo como un lugar lleno de opciones por el resto de su vida. En fin, no acabaría y no creo que sea la única que esté gritando en estos momentos la absoluta necesidad de impulsar, no recortar las artes.
Se agradece que existan empresas como Ocesa o Gou Producciones. O gente como Jorge y Pedro Ortiz de Pinedo. Y Mariana Garza y Pablo Perroni quienes literalmente dejan todo en esos escenarios. O Lupita Sandoval y Fred Roldan que no paran con nada y han creado otros mundos. Tampoco podemos olvidar todo el trabajo de gente como Itari Marta y Bruno Bichir, que dieron batalla hasta el último momento por la existencia del Foro Shakespeare. Y los nuevos genios creativos que nos dan un teatro mexicano hermoso y diferente como Wences y Lala o El último teatro del mundo.
Tenemos la gama completa. Faltan tantos que mencionar, pero apenas estamos empezando.
Lo importante es que la mayoría de nuestras puestas en escena sí depende de dos cosas: de que haya una estructura en la educación y presupuesto de nuestra nación para que sigan. Y luego, lo que nos toca a nosotros: llenar esas butacas. Los países más avanzados y con mejor nivel de vida en el mundo, tienen esas butacas llenas. Y la verdad es que no tienen ni de lejos tantos tercos locos maravillosos como nuestros teatreros. Ahí nos los encargo: sociedad y gobierno.
El teatro está más vivo en México que en varios lugares. No podría tener un corazón más grande