Maite Azuela
“Se corre el riesgo de instaurar prácticas autoritarias con reformas de ultimátum”
El Ejecutivo cocina la iniciativa de reforma constitucional para la Guardia Nacional, con miras a que la seguridad pública sea no solo operada, sino comandada por las fuerzas armadas. El martes pasado intentaron presentarla en las comisiones de la Cámara de Diputados, sin embargo, ante las dificultades de reunir los votos suficientes se pretende discutir nuevamente el día de hoy.
No hay argumentos que sustenten tal decisión, en su propia campaña presidencial Andrés Manuel López Obrador derribó la propuesta que, en su momento, José Antonio Meade, Ricardo Anaya y hasta Margarita Zavala defendían para ampliar las facultades de operación de las fuerzas armadas en todo el territorio. Ella y ellos insistían en que debía construirse un marco normativo que diera elementos a las fuerzas armadas que han estado operando al margen de la legalidad para luchar contra el crimen organizado durante más de dos décadas. Cuando era candidato, el actual Presidente contradecía a sus adversarios: “No será necesaria la militarización”.
A menos de dos meses de ocupar el cargo retira su compromiso y lleva la propuesta de sus adversarios más allá de lo que aquellos hubieran soñado: reformar la Constitución para militarizar la seguridad pública.
La diputada federal Tatiana Cloutier quien fue elocuente y sensata vocera de la campaña de Morena a la Presidencia, ha dicho que la iniciativa de Guardia Nacional entregada al Legislativo no corresponde con lo que se prometió en campaña: la guardia que se proponía no pretendía ni mando militar ni ser conformada por personal del Ejército.
En últimas fechas Andrés Manuel López Obrador ha insistido en que no hay alternativa alguna, que el gobierno solo puede otorgar seguridad mediante la guardia militar, al grado de advertir al Poder Legislativo que, de no aprobar la iniciativa, se retirará a las fuerzas armadas de los espacios donde se contiene la violencia. Ya lo señaló Martha Tagle, si no son como los anteriores, la advertencia los asemeja.
La disyuntiva para el Legislativo no es menor ¿Será esta una transformación que respete el régimen democrático y honre las buenas prácticas legislativas o se resignarán a dar albazo navideño sin la discusión responsable que requiere una decisión de tal trascendencia?
Quizá valga la pena recordarles que la legitimidad para llegar a la silla efectivamente se obtiene con votos, pero mantener esa legitimidad implica construir soportes firmes de congruencia y compromiso que no se arriesgan traicionando la palabra.
A fin de cuentas, no es solo un asunto de formas y procedimientos legales, no es únicamente un tema de mayorías que avalan cualquier decisión por encima de posturas con menor representación en las urnas. La democracia se defiende con democracia.
Los legisladores de Morena y la oposición tienen una importante decisión en sus manos. De ellas y ellos depende que no se toque la Constitución cuando se corre el riesgo de instaurar con reformas de ultimátum, aquellas prácticas autoritarias que el propio Presidente rechazó tajantemente en su oferta de campaña.
No es solo tema de mayorías que avalan cualquier cosa, la democracia se defiende con democracia