Batres, Durazo y Monreal: el culto a la personalidad
Las cuentas de Twitter de los funcionarios y representantes son lugares muy interesantes. Rara vez las manejan ellos –en esta administración Marcelo Ebrard es quizá la única excepción–, pero detrás está la imagen que los propios políticos quieren proyectar al público –o a personas en específico.
Está, por ejemplo, el caso de Enrique Peña Nieto el sexenio pasado. En el fin de su período, el entonces presidente convirtió sus redes –en particular su Instagram– en una oda a sí mismo. Su cara sonriente en foco, lo demás borroso. La Presidencia era él y solo él.
Las redes sociales de Andrés Manuel López Obrador son, en ese sentido, más tradicionales. Son un aparato de comunicación. Podrán no gustar las formas –en campaña era común que atacara a quien considerara oponente, así fuera un periódico–, pero existe información en ellas. Si se les consulta uno encontrará qué se quiere dar a entender como imagen de gobierno y no de persona.
Asunto distinto son las redes sociales de los políticos que forman parte del gabinete o de Morena en el Congreso. Ahí, en al menos tres casos, lo que uno ve es un culto a la personalidad. No a la del político dueño de la cuenta, sino a la del Presidente del país.
El primero es Ricardo Monreal, quien subió una foto de sí el domingo en plena lectura de una biografía de Winston Churchill. Dice Monreal: “Recomiendo la lectura de 'El factor Churchill', de @BorisJohnson: cómo un solo hombre cambió la historia de su época. En México también un solo hombre está cambiando, en la época actual, la historia del país”.
El segundo es Martí Batres, quien el martes publicó una foto en su Instagram en la que carga a un niño Dios disfrazado de López Obrador.
Y el tercero es Alfonso Durazo, quien el miércoles hiló una serie de tuits sobre “imágenes conmovedoras”. No eran de los familiares de miles de desaparecidos, sino del Jetta blanco del Presidente en el patio de Palacio
Son miembros de un gobierno y no súbditos de un emperador
Nacional.
Será que ya están en campaña los tres, será que compiten por el afecto de su jefe. Pero ese culto de personali dad que se desarrolla en la cuarta transformación no puede beneficiar a nadie. Batres, Durazo y Monreal deberían entender que son miembros de un gobierno y no súbditos de un emperador.