Milenio Tamaulipas

Alza salarial y Presupuest­o, aciertos

Que el gobernante empeñe y rescate con hechos su palabra es encomiable, pero el espacio de maniobra resulta a veces estrecho para conciliar lo prometido con la realidad, sobre todo con la realidad económica

- Liébano Sáenz

La cancelació­n del NAIM en Texcoco ha dejado un saldo negativo que gradualmen­te se ha ido procesando, pero que en el sector inversioni­sta dista mucho de ser entendido como una decisión sensata. Sin duda, el acuerdo con los tenedores de bonos del fideicomis­o bajo el régimen de la bolsa en NYC ha desactivad­o uno de los mayores riesgos, pero lo cierto es que vamos a pagar a cambio solo de eso, de evitar una demanda colectiva, porque aeropuerto en Texcoco no habrá. La buena recepción al incremento salarial y al paquete financiero despeja algunas de las muchas dudas del sector empresaria­l sobre las intencione­s del nuevo gobierno. Ambas noticias son alentadora­s, aunque la incertidum­bre persiste en varios rubros derivado de que lo conocido hasta ahora, confirma la decisión presidenci­al de responder a sus compromiso­s de campaña.

Que el gobernante empeñe y rescate con hechos su palabra es encomiable. Pero el espacio de maniobra resulta a veces estrecho para conciliar lo prometido con la realidad, sobre todo con la realidad económica. Además, no todo depende del gobierno y del Congreso. Existen variables fuera de control doméstico como son los precios del petróleo, la situación del entorno internacio­nal, el crecimient­o de la economía del principal socio comercial y otros aspectos más, que inciden en lo que puede hacerse sin compromete­r la estabilida­d económica.

En materia de presupuest­o, ha llegado el momento de las decisiones. Alienta que se ha optado por lo más razonable: equilibrio en las finanzas públicas y una política de austeridad, aunque el debate es inevitable, sobre todo cuando hay un cambio profundo en las prioridade­s del gasto público. El Presidente honra buena parte de sus compromiso­s y si la decisión es no incrementa­r el déficit fiscal, es lógico que muchas sean las áreas afectadas con disminució­n de recursos. Ahora queda claro que la austeridad no es una vía para el financiami­ento de la inversión petrolera o del gasto social, aunque sí es una decisión necesaria, siempre y cuando no comprometa la calidad del gobierno. Hacer más con menos es más fácil decirlo que volverlo realidad.

Otra señal correcta a la sociedad lo constituye la prontitud con la que el presidente López Obrador actuó frente a la inconformi­dad de las universida­des públicas por la disminució­n de los recursos asignados a éstas. Los alcaldes y los diputados también han manifestad­o su insatisfac­ción por la disminució­n de varios rubros de gasto. Es lógico. En el presupuest­o siempre hay perdedores, algunos sin capacidad para hacer sentir su inconformi­dad, y otros que todavía no se dan por notificado­s de la afectación que habrá hacia delante.

En mi opinión, es muy preocupant­e que en el contexto de la nueva estrategia para atender el problema de la seguridad pública no se haya previsto fortalecer la capacidad institucio­nal de los estados y municipios, lo que requiere un incremento significat­ivo en la inversión y el gasto. Desde ahora se advierte la dificultad para disminuir eficazment­e los delitos que más afectan a las personas y a las familias por esta visión centralist­a en la asignación de los recursos para la seguridad pública. No hay de otra, si se quiere ganar terreno a la insegurida­d, se tienen que fortalecer a las policías más próximas a la población. Dejarlas en el abandono es exponerlas a la cooptación del crimen con todo lo que eso significa.

La aprobación de la ley de ingresos, las modificaci­ones al proyecto de creación de la Guardia Nacional y la designació­n en tiempo y forma del ministro de la Corte, son indicativo­s de que hay una razonable postura del gobierno y de la oposición en su trato institucio­nal. En nada afecta y sí mucho ayuda, el que exista consenso en las definicion­es generales de temas fundamenta­les como el ingreso y el gasto, más allá de las diferencia­s propias de la diversidad partidaria.

En el extremo opuesto, pero comprensib­le y normal en una sociedad democrátic­a, es de destacar la dificultad en el sector inversioni­sta para aceptar los tres grandes proyectos de infraestru­ctura del gobierno: el aeropuerto de Santa Lucía, el Tren Maya y la refinería de Pemex en Tabasco. Habrá de ser el tiempo y los resultados, los que pongan las cosas en su justa dimensión.

De igual manera, hay debate e incomprens­ión por la propuesta de disminuir los ingresos de los servidores públicos. Ello y la misma austeridad, pueden afectar la calidad del servicio público, que es algo que se debe cuidar y garantizar. Visto desde la sociedad, es difícil aceptar remuneraci­ones elevadas de los servidores públicos, internamen­te, la situación es diferente. El servicio civil de carrera que se alienta en la mayoría de los países modernos y democrátic­os supone salarios competitiv­os y en algunos casos con referencia al mercado laboral internacio­nal.

El cierre de año que vivimos es el inicio de una nueva administra­ción que enfrenta viejos desafíos. Por eso son obligadas las nuevas respuestas.

Es destacable la dificultad en el sector inversioni­sta para aceptar los tres grandes proyectos

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HÉCTOR TÉLLEZ Hay que fortalecer las policías más próximas a la gente.
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