Mejor hablar de Roma…
No soy crítico de cine, pero soy un adicto a él desde casi niño. Precisamente en el Cosmos disfruté de muchas matinés, justo donde ocurrieron los crímenes del Jueves de Corpus el 10 de junio de 1971, donde murieron al menos 44 personas, de las que se cuentan sus nombres y apellidos como resultado de las indagaciones de la fiscalía dirigida por Ignacio Carrillo, que son registradas por Miguel Eduardo Valle, El Búho publicadas en su libro El año de la rebelión por la democracia, que debió ser difundido por decenas de miles como se había comprometido el fiscal y era obligación del gobierno de Fox. Ambos fallaron.
Muy poco se ha escrito en torno al movimiento del 10 de junio y mucho menos hay películas acerca de esa lucha, tontamente denominada por ciertos medios y los voceros del Estado como el halconazo; por ello es importante que en Roma su director Cuarón incluya algunas escenas.
El movimiento del 10 de junio tuvo una gran importancia en la lucha por la libertad de manifestación. Ese derecho estaba prácticamente anulado. Defenderlo realizando la manifestación de aquel Jueves de Corpus, venciendo los riesgos represivos del gobierno priista de Luis Echeverría costó muchas vidas e implicó debatir con un sector del movimiento estudiantil y de las izquierdas, casi los mismos que hoy están ilusionados con AMLO y entonces apoyaban a Echeverría, entre ellos Víctor Flores Olea y Enrique González Pedrero, que sostenían junto con Carlos Fuentes, Fernando Benítez y otros la falsa disyuntiva Echeverría o el fascismo.
Luchar contra esa visión hegemónica en la cultura e ideología de las izquierdas, fue una de las principales aportaciones del movimiento del 10 de junio. Esa visión ideológica dañó mucho al movimiento de 1968 y sigue dañando al movimiento social al impedirle construir su propia autonomía política y ser uno más de los impedimentos para formar su propia estructura orgánica, lo que José Revueltas llamaba la “cabeza del proletariado” o en términos Marx y Engels su propio partido.
Quizá por esta naturaleza autónoma el movimiento del 10 de junio ha sido como el patito feo en contraste con la exaltación del 68, como un movimiento institucional, defensor de la Constitución que siguen divulgando algunos de sus ex dirigentes del CNH que hoy son parte del gobierno de AMLO, como Gilberto Guevara y los organizadores de la conmemoración del 68 promovida por la UNAM, el IPN, la UAM, la Ibero y con ellos casi toda los intelectuales que hoy militan en Morena o son sistemáticos promotores del estatismo nacionalista.
Por todo ello es muy importante que en Roma se recuerde la represión sufrida por el movimiento estudiantil. Es cierto que no es suficiente esa alusión cinematográfica en el filme más discutido de éstos días. Quizá sea el momento de que otros cineastas retomen el tema del movimiento del 10 de junio de 1971.
En una perspectiva más histórica sería conveniente registrar que después del 68, el movimiento estudiantil mexicano tuvo la capacidad de recuperarse en un tramo muy breve a pesar de la masacre de Tlatelolco, lo que no ocurrió con otros movimientos estudiantiles en el resto del mundo.
Estas y otras enseñanzas de aquel movimiento no hay que perderlas. Hoy nos ayudarían mucho.