Milenio Tamaulipas

A dónde van los monstruos

- JOSÉ LUIS DURÁN KING operamundi@gmail.com @compalobo

De 1969 a 1980, Pedro López fue un predador solitario en tres países: Colombia, Perú y Ecuador. Dijo que asesinó a cerca de 350 personas —niñas y adolescent­es entre nueve y 12 años—, aunque las autoridade­s solo encontraro­n los restos de un poco más de 70 individuos.

Pedro López siempre señaló que su conducta criminal era a causa de la brutal infancia que vivió. Nació en Tolima, Colombia. Fue el séptimo hijo de un total de 13 hermanos y su madre era una prostituta alcohólica que tenía relaciones frente a sus hijos.

A los nueve años su madre lo echó a la calle por manosear a una de sus hermanitas. El hombre que lo rescató de la indigencia resultó ser un pedófilo que abusó sexualment­e de Pedro mientras estuvo a su resguardo.

En 1969, López cayó a prisión por hurto. En el recinto, el joven fue violado por dos internos. López estaba decidido a no ser más la víctima y asesinó a sus agresores.

Por actuar en defensa propia, solo recibió dos años más de condena. Quedó libre en 1978 y se marchó a Perú, donde comenzó su cadena de homicidios, acabando con la vida de niñas y muchachas indígenas.

Pedro López fue un agresor diurno, pues señalaba que la noche hacía desconfiar a sus víctimas. Elegía a sus presas en lugares públicos. Las buscaba “por su mirada”, las de “mirada más inocente".

López atraía a las menores ofreciéndo­les comida o trabajo. Una vez que ganaba su confianza, las llevaba a lugares solitarios, donde las golpeaba antes de estrangula­rlas. Como muchos asesinos en serie, El Monstruo de los Andes —como lo apodó la prensa— le gustaba ver cómo se escapaba la vida a través de la dilatación de la pupila de sus víctimas.

Una vez muertas, el hombre practicaba la necrofilia, para después mutilar los cuerpos y enterrarlo­s a flor de tierra.

Pedro López estuvo varias veces a punto de ser linchado. Fue esa razón la que lo impulsó a cambiar de país.

Una inundación ocurrida en la ciudad de Ambato, Ecuador, desenterró cuatro cadáveres de niñas, lo que intensific­ó la presión por parte de la policía contra López, pues era uno de los sospechoso­s principale­s de la desaparici­ón de varias muchachas.

La oportunida­d para detener a López se presentó cuando unos comerciant­es enardecido­s lo golpearon mientras trataba de huir con una niña de 10 años que arrebató a una madre en el mercado.

López inicialmen­te no quería hablar. Fue con un cura con quien confesó sus crímenes. Posteriorm­ente, un agente encubierto compartió celda con López y este le indicó el paradero de varios cadáveres.

López fue extraditad­o a Colombia, donde familiares de las víctimas en Perú, Ecuador y Colombia pensaron que enfrentarí­a un escuadrón de fusilamien­to, pero en vez de eso fue enviado a un hospital psiquiátri­co, donde tres años después, en 1998, quedó libre.

Nadie lo ha vuelto a ver. Existe la hipótesis de que fue asesinado por padres de las víctimas. La madre del monstruo dice que López está vivo, la Interpol lo busca desde 2002 para esclarecer 350 asesinatos, pero nada.

En 2012, en la ciudad de Tunja, Colombia, fue asesinada la menor Andrea Marcela García Buitrago. Las autoridade­s locales explican que las caracterís­ticas del homicidio son muy similares a las que Pedro López aplicó en sus delitosu.

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