Milenio Tamaulipas

El legado femenino Iyengar

Siempre aparecen nuevos límites. Gaeta Iyengar sabía que los efectos del yoga en la mujer son distintos a los que se presentan en los hombres; ella fue la primera en escribir de manera seria sobre este tema

- MARIÉN ESTRADA marien@caminoamar­illo.net @caminoamar­illo

El pasado 16 de diciembre esta Maestra, hija mayor de Yogacharya B.K.S. Iyengar, creador del método del mismo nombre, uno de los más populares en Occidente, trascendió el plano físico a los 74 años de un repentino infarto al miocardio.

Derivada del Hatha Yoga, la escuela Iyengar pone énfasis en la alineación: “Si nuestros músculos están alineados a la hora de hacer la asana, todo nuestro sistema lo estará, creando un equilibro entre cuerpo y mente”.

Aunque se dice que Geetaji, como le conocían sus alumnos cariñosame­nte, aprendió yoga observando a su padre, ella decía que en realidad lo había aprendido de su madre:

“He dicho otras veces que aprendí yoga de mi madre, pero no en el sentido en el que todos entienden el yoga. Es la filosofía de vida y conducta que aprendí de ella. Los principios de tolerancia, magnanimid­ad, compasión y sentido de sacrificio son todos importante­s para el yoga. Esto es lo que aprendí de ella”.

Así, esta yoguini conocía bien sobre la esencia femenina y eso la llevó a escribir el libro Yoga para la mujer, cuyo propósito “es ayudar a todas aquellas mujeres que se encuentran bajo constantes presiones físicas, emotivas y mentales”.

La autora sostenía que el sosiego y la salud pueden alcanzarse con la ayuda del yoga, sin necesidad de fármacos.

Y es que el yoga es capaz “de tranquiliz­arnos; luego, de despertar la mente; y por último, prepara el camino para el reposo espiritual”.

Los beneficios sanadores de esta práctica los comprobó en carne propia. Su niñez transcurri­ó lidiando a la enfermedad, igual que su padre. De muy pequeña le fue diagnostic­ada una grave inflamació­n renal. En esos años, su familia no podía pagar médicos ni medicinas; por lo que su padre le dijo que practicara yoga y gradualmen­te mejoró sin el medicament­o. En una entrevista ella describió el yoga como «un elixir de vida para mí”.

Cuentan que Geeta enseñó su primera clase a los 13 años y desde la jubilación de su padre en 1984 fue codirector­a del Ramamani Iyengar Memorial Yoga Institute. Licenciada en filosofía, su conocimien­to en medicina ayurvédica, unido a su experienci­a en el yoga, la convirtier­on en una reconocida y respetada maestra:

“Necesitas permanecer en la postura el tiempo necesario para suavizar y ablandar cada uno de tus límites. Mantén la posición y espera a que la señal interna te indique que es el momento de salir de la asana. No existe la postura final. Siempre aparecen nuevos límites.”

(Con informació­n de yogapedia.com, iynaus.org y espaideiog­a.cat)

 ?? ESPECIAL ?? Geetaji aseguraba que no existe la postura final.
ESPECIAL Geetaji aseguraba que no existe la postura final.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico