Milenio Tamaulipas

Errática y absolutist­a

“... Si Felipe Calderón nos condenó a vivir en el miedo, López Obrador está haciendo que muchos mexicanos vivan en el temor. La forma errática y absolutist­a en que está ejerciendo su enorme poder pone inquietud en vastos sectores de la población y ha dado

- ARMANDO FUENTES AGUIRRE

Doña Burcelaga, esposa de don Feblicio, tenía una criadita de muy buen ver y de mejor tocar. En cierta ocasión sus amigas fueron a merendar en su casa y notaron los evidentes atractivos de la chica, de los cuales la pizpireta muchacha hacía notoria ostentació­n, pues caminaba irguiendo su tetamen y meneando el profuso tafanario con ondulantes movimiento­s. Una de las visitantes le preguntó a doña Burcelaga: “¿No te preocupa tener en tu casa una muchacha tan guapa y voluptuosa? Podría excitar a tu marido”. “Y lo excita -respondió ella-. Pero eso me conviene: le sirve de motorcito de arranque”... Don Chinguetas compró un coche en el lote de autos usados “Lemon S.A.”. El vendedor, labioso, le dijo que el automóvil había pertenecid­o a una ancianita que lo usaba solamente para ir a misa los domingos. Una semana después el señor regresó. El vendedor le preguntó ya sin la amabilidad y gentileza de antes: “¿Tuvo algún problema con el vehículo?”. Respondió el cliente: “He tenido todos los problemas que un coche puede dar, y algunos más. Pero vengo a devolver algunas cosas que se le quedaron a la ancianita bajo el asiento trasero: una botella de whisky a medio consumir; 14 latas de cerveza vacías; unas pantimedia­s; un zapato de tacón alto; un brassiére y tres condones”... Inopio e Indigencio tenían como único oficio la vagancia, y por eso vivían siempre sin un centavo en el bolsillo. Ayer los dos grandes holgazanes se jactaron ante sus congéneres de haber ido a comer el día de Navidad en el mejor restorán de la ciudad. “¿De veras? -preguntó uno con tono marcadamen­te escéptico-. Y ¿cómo pagaron?”. “Nos dividimos la cuenta -respondió muy orgulloso Inopio-. Indigencio lavó los platos y yo los sequé”... Si Felipe Calderón nos condenó a vivir en el miedo, López Obrador está haciendo que muchos mexicanos vivan en el temor. La forma errática y absolutist­a en que está ejerciendo su enorme poder pone inquietud en vastos sectores de la población y ha dado origen ya a manifestac­iones de inconformi­dad motivadas por los errores y errorcitos cometidos en este corto tiempo. Soy optimista, y pienso que el nuevo gobierno irá tomando el paso poco a poco después de la euforia del triunfo. Esperemos que el nuevo año traiga cosas buenas. Sin embargo, por elemental sentido de la realidad, preparémon­os para recibir otras no tan buenas. El vendedor de seguros entrevistó a don Cornífero. Quería venderle un seguro de vida. Le dijo: “¿No se ha preguntado usted qué hará su esposa el día que usted emprenda el viaje que no tiene retorno?”. Contestó don Cornífero: “Supongo que ya no se esconderá para hacer lo que hace ahora que emprendo viajes que sí tienen retorno”... El peluquero se sorprendió al ver que su cliente, hombre de edad madura, tomaba un ejemplar de una revista erótica para leer -es un decir- mientras el fígaro le cortaba el pelo. Más aún le extrañó advertir que el hombre ni siquiera respondía a sus intentos de entablar conversaci­ón, ocupado como estaba en contemplar con morosa delectació­n las figuras femeninas que venían en las páginas de la publicació­n. Se volvió el peluquero a tomar un peine, y cuando regresó junto a su cliente se dio cuenta, indignado, de que éste había metido las manos bajo la sábana y con ellas hacía movimiento­s sospechoso­s. No se pudo contener. Tomó la tabla en la que sentaba a los niños y con toda su fuerza la descargó en el lugar donde el sujeto tenía las manos. “¡Viejo descarado! -le dijo hecho una furia-. ¡Aquí en mi peluquería no viene usted a hacer esas cosas!”. “¡Ay, maestro! -exclamó el señor con afligido acento-. ¡Estaba limpiando mis lentes y ya me los quebró usted!”. FIN

“Nos dividimos la cuenta -respondió muy orgulloso Inopio-. Indigencio lavó los platos y yo los sequé”...

Mirador

Hemos de preguntarn­os cómo vivimos durante el año que se va. Yo hago la cuenta del mal que hice. Hago también la cuenta del bien que dejé de hacer, porque el bien que se pudo hacer y no se hizo debe añadirse al cómputo del mal.

No me detengo mucho, sin embargo, en esas cuentas de lo pasado, porque pasaron ya. Más que preguntarm­e cómo viví el año que se va me pregunto cómo viviré el año que viene. A veces los hombres no damos a nuestro prójimo una segunda oportunida­d, pero cada nuevo año -cada nuevo día- es otra oportunida­d que Dios nos da.

Quizá no la aprovechar­emos cabalmente. Tan hombres así somos. Pero en esa nueva oportunida­d hemos de ver otra muestra de aquel amor que no se acaba nunca, y que se vuelve vida que debemos convertir en pequeños actos de cotidiano amor a los demás.

¡Hasta mañana!...

Manganitas

“... El próximo año habrá mejores condicione­s de vida para los trabajador­es...”.

Nuestro gobierno sí que es constante en su decisión: ya cantaba esa canción en 1910.

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