Milenio Tamaulipas

Año Nuevo

- CARLOS TELLO DÍAZ

ctello@milenio.com

El 1 de enero es el día en que, desde hace siglos, inicia el Año Nuevo en Occidente. Y la expansión de la cultura de Occidente al resto del mundo significa que, desde hace décadas, el 1 de enero sea también, en todas partes, el día del Año Nuevo. Pero no siempre fue así.

¿Cómo medir el tiempo? ¿A partir de las fases de la Luna? ¿Con base en el movimiento del planeta alrededor del Sol? ¿Y cuándo empieza el tiempo, qué día en la historia de la humanidad? Para los cristianos, desde luego, con el nacimiento de Cristo (que inaugura el siglo I). Para los musulmanes con la Hégira, el viaje que Mahoma emprende de la Meca hacia Medina (el 16 de julio de 622). Para las civilizaci­ones más antiguas en fechas míticas, pero exactas: así, por ejemplo, los mayas utilizaban la Cuenta Larga, una cronología que comienza el 13.0.0.0.0 4 ahau 8 kumku (el 13 de agosto de 3114, antes de Cristo).

El mundo de hoy está regido por el calendario gregoriano, basado a su vez en el calendario juliano, elaborado por el astrónomo Sosígenes de Alejandría, que Julio César difundió en el Imperio Romano a partir del año 46 antes de Cristo. El calendario juliano tiene 365 días divididos en 12 meses, el séptimo de los cuales, julius, fue nombrado en honor a Julio César. Hubo propuestas, más adelante, que no prosperaro­n (Calígula quiso llamar germanicus al mes de septiembre, Nerón claudius al mes de mayo, Domiciano domitianus al mes de octubre). La suya sí. Fue él quien decretó que el 1 de enero daría comienzo el año, cuando los cónsules asumían el gobierno, en lugar del tradiciona­l 1 de marzo. En otras palabras, el 1 de enero es el día que da principio el Año Nuevo desde los tiempos de Julio César. No antes.

Estamos regidos por el calendario juliano, pero con la reforma introducid­a por el calendario gregoriano, instaurado por el papa Gregorio XIII en 1582. La reforma esencial consistió en eliminar 10 días del calendario, que pasó del jueves 4 de octubre de 1582 al viernes 15 de octubre de 1582. El propósito de la reforma –una reforma que recorrió todas las fechas, que aún hoy causa problemas a los historiado­res– era simplement­e identifica­r el equinoccio de primavera con el 21 de marzo, para poder así cumplir, al fin, la decisión votada por el primer concilio ecuménico de la Iglesia, celebrado en 325. El calendario fue adoptado de inmediato por los países católicos, pero hasta siglos más tarde por los países protestant­es (Gran Bretaña lo adoptó en 1752) y hasta siglos más tarde aún por los países ortodoxos (Rusia lo adoptó en 1918, después de la Revolución Bolcheviqu­e). Es un calendario solar, a diferencia del musulmán y el chino, que son calendario­s lunares, aunque, como sucede en el chino, el día comienza a medianoche, no con la caída del Sol, como en el musulmán.

Ya pronto será Nochevieja. Y a partir de medianoche comenzará el Año Nuevo. Así ocurre desde 46 antes de Cristo.

El 1 de enero es el día que da principio el Año Nuevo desde los tiempos de Julio César, no antes

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