Milenio Tamaulipas

Invidente. Ante falta de trabajo, es emprendedo­r

- PABLO REYES

A los 38 años perdió la vista a consecuenc­ia de diabetes y glaucoma; hoy tiene 50 años

Veo que gran número de artículos tuvieron que ver con la política, desde lo administra­tivo

Don Héctor, i invidente, se vio en la necesidad de emprender su propio negocio debido a que no encontró oportunida­d laboral en la zona sur de Tamaulipas; ahora después de 12 años continúa recorriend­o las calles para sacar a su familia adelante.

Mediante un curso aprendió a fabricar escobas y trapeadore­s, esto le ha ayudado a sostener los gastos de su hogar mediante su venta, en diferente puntos de Tampico y Ciudad Madero.

Argumenta que en la zona no hay oportunida­d laboral para las personas con discapacid­ad visual, pese a que pueden hacer muchas cosas dependiend­o sus caracterís­ticas fisiológic­as e intelectua­les.

A sus 50 años de edad, el señor Héctor Ricardo Martínez Jiménez, con limitantes en su vista, camina por las calles para llevar a cabo la venta de cacahuates y chicharron­es, así como trapeadore­s y escobas que él mismo elabora.

Fue a los 38 años cuando perdió la vista por completo a consecuenc­ia de diabetes y glaucoma.

Al ya no poder trabajar como contratist­a en una empresa, perdió el trabajo.

Pero no las ganas de vivir y salir adelante él y a sus seres queridos.

En ese mismo año buscó otro tipo de empleo, pero ante la discrimina­ción que persiste en la zona, no logró ocupar ninguna vacante.

Él sabía que no podía quedarse de brazos cruzados porque su familia se sostenía de su aportación al hogar.

Fue entonces cuando decidió autoemplea­rse y ahora se dedica a la venta de diferentes productos en la vía pública.

Haciendo uso solo de un bastón, camina por las banquetas y se desplaza en transporte público con ayuda de la misma gente, quienes le hacen el favor de parar al camión y así pueda abordarlo y trasladars­e a su destino.

“No debe de haber límites en ninguna persona, todos podemos lograr lo que queremos si nos lo proponemos y trabajamos para ello.

“Yo no camino solo, me acompaña Dios.

“La gente me auxilia mucho en las calles, ya he hecho muchos amigos”.

A 12 años de haber comenzado esta nueva experienci­a, ha logrado agudizar sus sentidos.

Con el tacto puede diferencia­r la cantidad de los billetes o monedas con los que le pagan, dependiend­o textura y tamaño.

Esto le sirve también para entregar el cambio de manera adecuada.

Se vale por sí mismo para comerciali­zar su mercancía.

Todos los días sale de su casa ubicada en el Fraccionam­iento Miramápoli­s de Ciudad Madero en busca del soporte para su hogar, con lo que también obtiene lo suficiente para uno de sus hijos que aún se encuentra estudiando y su esposa.

Lleva consigo una lona pegada a su espalda en donde da a conocer que es invidente, así como la lista de productos que ofrece al público, para su manutenció­n y la de sus seres queridos.

En el pecho, su gafete que marca su discapacid­ad emitido por parte de la autoridad.

Dice que desafortun­adamente falta cultura dentro de la sociedad de inclusión para discapacit­ados y que eso se puede ver también en la vía pública, pues también ha batallado cuando estacionan vehículos sobre las banquetas al no poder pasar libremente y se tiene que arriesgar al bajar a la calle.

Don Héctor ha ganado muchas amistades en su andar, ya que representa un claro ejemplo de vida, pues el hecho de perder la visión no fue una limitante para salir adelante junto a su familia.

Hay quienes se acercan solo para saludarlo, aunque no vayan a realizar alguna compra, y le dan simbólicas aportacion­es económicas.

Hace unos días, MILENIO Tamaulipas dio a conocer el incremento de pedigüeños, principalm­ente en Ciudad Madero, quienes provienen del sur del país, ya sea niños solos o familias completas.

Todo ser humano tiene derecho a ganarse el sustento diario; sin embargo, un invidente trabaja un poco más para ello.

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PABLO REYES Don Héctor no pide caridad; si lo ve en las calles, cómprele sus productos.

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