Milenio Tamaulipas

Un año que se va... cargado de historia

El triunfo de López Obrador mereció bien el calificati­vo de “histórico” que con tanta ligereza suele aplicarse lo mismo a una pelea de box que a un juego de futbol.

- ARMANDO FUENTES AGUIRRE CATÓN

Don Astasio se compró un perico. Tiempo después uno de sus amigos le preguntó: “¿Qué ha sido de aquel loro que compraste?”. Contestó don Astasio: “Lo devolví a la tienda por grosero y malhablado. Cada vez que veía a mi mujer gritaba: “¡Doña Facilisa le pone el cuerno a su marido!”. “Hiciste muy bien en devolverlo -aprobó el amigo-. No sólo era malhablado: además era espía y delator”. Goretina, secretaria perpetua de la Congregaci­ón de Congregant­es, casó con su novio Saviniano, portaestan­darte de los Heraldos de la Santa Reverberac­ión. Al día siguiente de su noche de bodas ambos presentaro­n una queja en la administra­ción del hotel: “¿Por qué pusieron una cama de agua en la suite nupcial? Eso nos pareció de muy mal gusto. Una cama así parece de motel de paso”. Explicó el encargado: “Es que en esa habitación las camas normales se quemaban siempre”. Babalucas consiguió empleo de agente de tránsito. En su primer día de trabajo detuvo a un automovili­sta que se pasó un alto y le pidió que le mostrara su licencia de manejar. El tipo no la traía consigo. Para salir del apuro actuó como en los malhadados tiempos del nefasto neoliberal­ismo: sacó un billete de 50 pesos y se lo entregó a Babalucas. Lo miró el badulaque; lo devolvió en seguida al conductor y le dijo con acento de severidad: “Por esta vez no te infraccion­aré, Morelos, pero la próxima vez ten más cuidado”. El buen padre Arsilio hizo un viaje a la ciudad, e inadvertid­amente fue a dar a una casa de mala nota creyendo que era un hotel. A su regreso les comentó a sus feligreses: “Estuve en un hotelito muy simpático llamado ‘Las sonrisas de Venus’. El cuarto que me asignaron era muy bueno: tenía incluso espejo en el techo para poder rasurarte sin salir de la cama. Y lo mejor de todo: ¡qué servicio el de las camareras!”. Pigricio Galbano, hombre flojo y perezoso, se la pasaba dormido todo el tiempo. Parecía senador de la República. Cierto día su esposa le dijo con molestia: “¿Por qué no te pones a trabajar? Trabajos sobran”. “¡Ah, no! -se ofendió el zángano-. ¡Yo no acepto sobras de nadie!”. El año que se va estuvo cargado de historia. El triunfo de López Obrador mereció bien el calificati­vo de “histórico” que con tanta ligereza suele aplicarse lo mismo a una pelea de box que a un juego de futbol. Sólo el futuro dirá si ese acontecimi­ento será afortunado para México o si guarda desventura­s y calamidade­s. Esperemos el nuevo año con buen ánimo y perseverem­os en la búsqueda del bien para nuestro país. La Reina Victoria casó con el príncipe Alberto. En la primera noche de casados él le hizo una demostraci­ón de amor digna de una página de Casanova, si no es que del Kama Sutra o del Decamerón.Tras de gozar aquellos epitalámic­os deliquios Victoria quedó extática, arrobada, suspendida y transporta­da. Cuando salió de su arrebato le preguntó con voz feble a su marido: “Dime: ¿el pueblo también disfruta de esto?”. “Desde luego que sí -respondió el príncipe sonriendo-. Y aun creo que lo disfruta con más frecuencia e intensidad que nosotros los nobles”. “¡Bloody be! -prorrumpió la soberana con una interjecci­ón muy poco real-. ¡Y luego dicen los socialista­s que todo lo bueno lo tenemos nada más nosotros!”... Astatrasio Garrajarra andaba, como de costumbre, en perfecto estado de ebriedad. Fue hacia el policía de la esquina y le dijo con tartajosa voz: “Me robaron el coche. Lo tenía aquí, al final de la llave”. Le indicó el gendarme: “Vaya a la demarcació­n de policía y presente una denuncia. Pero primero abróchese el zipper del pantalón. Trae la bragueta abierta”. El temulento se revisó y exclamó luego, desolado: “¡Fatal desgracia! ¡También me robaron a mi novia!”. FIN.

Mirador

El filósofo invitó a sus discípulos a pasar la noche en la montaña. Quería que aprendiera­n a amar las cosas de la naturaleza, y sabía que a veces es necesario no ver las cosas para poderlas luego ver mejor.

Juntos contemplar­on el cielo constelado. Ésa, les dijo, era la primera lección para no caer en tentacione­s de ateísmo. Luego se deleitaron con el brillo de la luna. Ahí estaba, dijo, si no toda la poesía sí la mayor parte de ella.

Por último se aplicaron a oír los ruidos de la noche.

-Eso es cosa fácil -indicó a sus alumnos-. Cuando tengan mi edad sabrán escuchar el silencio.

Horas después dijo uno de los discípulos:

-Maestro, la luna se ha ocultado y las estrellas desapareci­eron. La noche es oscura, tenebrosa; por ninguna parte se ve ni aun la más pequeña claridad. El temor invade nuestro ánimo, y el corazón naufraga en las tinieblas. ¿Qué sucede, maestro?

Respondió el pensador:

-En las sombras es donde brilla más la luz. La noche se vuelve más oscura cuando está a punto de amanecer el día.

¡Hasta mañana!...

Manganitas

“¿Por qué no te pones a trabajar? Trabajos sobran”.

“. Fin del año.”.

Se ve con preocupaci­ón lo que aquí comenzó ya. Nadie sabe qué traerá la Cuarta Transforma­ción.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico