Corazón de jade

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Cuál es la estrella que te nombra? Miro lo infinito en el horizonte, el viento esparce su rumor, canta, las hojas de la palmera son un rehilete gigante, es invierno, otro año se desgrana, sólo el corazón sabe de las alegrías y tristezas que llevamos a cuestas como en la concha de un caracol. Los antiguos mexicanos observaban atentos a los astros, estudiaban los planetas, en el Libro del Destino, registraban la cuenta de los días sagrados. La ceremonia del Fuego Nuevo mexica surge como un renacimiento para tener la ilusión de vivir un nuevo ciclo, resurgir de las cenizas. ¿Podremos construir una nueva esperanza en nuestra ciudad, estado y país? La cultura mexicana es tan rica, sorprendente y mágica, lo sabemos, pero sólo admiramos lo antiguo, esos dioses que fueron. Hemos visto la evolución de señores que llegaron con pantalón de manta a pedir dinero en una esquina, ahora venden chicles, o la señora que cada año te ofrece sus servilletas para las tortillas con bordados multicolores, o los niños en el semáforo haciendo malabares por monedas, no miramos su rostro, ni sus manos, ni sus ojos ni el color de su piel. Ellos y nosotros somos la cultura de hoy, y lo negamos. No se moleste, no todos tenemos la oportunidad de leer a profundidad, de poder comer lo que deseamos, o ver una película como Roma de Alfonso Cuarón, con imágenes pictóricas bellas y pocos diálogos que muestran el alto grado de discriminación en el que vivimos. Dos historias paralelas de abandono, la negación de un rompimiento, un hombre que regresa por sus libreros, pero deja los libros. Una mujer que acaba de perder a su hijo, pero salva otra vida. La frase lapidaría: pinche gata. ¿Cuántos contextos traspasa esa frase? Cuarón retrata muchos rostros de nuestro país, sutilmente, como el amor en una sonrisa. México es maravilloso, seamos más humanos, respetuosos no como folclore sino como forma de vida. Que renazca el fuego nuevo en nuestro corazón de jade. Y las palabras del redentor nos iluminen en esta Navidad y año nuevo. «Yo te volveré a conquistar, te llevaré al desierto y allí te hablaré de Amor» Carpe diem.

Los antiguos mexicanos observaban atentos a los astros, estudiaban planetas