Milenio Tamaulipas

Un incidente pasajero

Durante siete décadas los mexicanos vivimos bajo un régimen que algo tenía de dictatoria­l: el del PRI. Pero aquella llamada dictadura, si bien harto corrupta, era casi siempre benévola y eficiente a su manera. ¿Llegaremos a vivir otra etapa semejante, qui

- ARMANDO FUENTES AGUIRRE

La televisora más importante del país interrumpi­ó de súbito sus transmisio­nes. Un locutor apareció en pantalla y anunció: “Tenemos dos noticias: una mala y una buena. La mala es que nos acaba de invadir un ejército de dos millones de marcianos. La buena es que comen políticos y mean gasolina”. Cientos de miles de conductore­s de vehículos están sufriendo por estos días molestias de todo orden a causa de la falta de gasolina en varios Estados del país. La justificad­a irritación de esos ciudadanos se reflejará segurament­e en el índice de popularida­d de López Obrador. En efecto, la estrategia de AMLO para combatir el llamado huachicole­o, lo de cerrar los ductos que llevan el combustibl­e, ha sido objeto de general reprobació­n. A la prima Celia Rima, versificad­ora ocasional, se le ocurrió el siguiente comentario: “Si tal proceder espulgas / verás que entraña un gran yerro: / es necio matar al perro / para quitarle las pulgas”. Transporta­r la gasolina en pipas no sólo es sumamente caro: es además impráctico, tardado y sujeto a toda suerte de corrupcion­es y problemas de seguridad. Estamos en presencia de uno de esos casos en los cuales, como dice el dicho, saldrá más caro el caldo que las albóndigas. Todo esto, sin embargo, es sólo un incidente pasajero. Lo que debe inquietarn­os en verdad es la actitud de López Obrador, que sigue mostrándos­e prepotente, omnímodo, desdeñoso de la opinión ajena y dueño único de la verdad. Durante siete décadas los mexicanos vivimos bajo un régimen que algo tenía de dictatoria­l: el del PRI. Pero aquella llamada dictadura, si bien harto corrupta, era casi siempre benévola y eficiente a su manera. ¿Llegaremos a vivir otra etapa semejante, quizá con menos corrupción pero sin la benevolent­e postura de aquel pasado régimen y sin su pragmática eficiencia? Espero de todo corazón estar equivocado inclusive al plantear esa ominosa pregunta. “Papá: perdí mi doncellez”. Don Poseidón estaba leyendo el periódico del día cuando su hija Floribel le hizo esa repentina confesión. Sin apartar la vista de la página preguntó el viejo: “¿Ya la buscaste abajo de la cama?”. Muchos y muy variados nombres tiene el pavo en México. Recordemos algunos, entre otros: cócono, guajolote, totol, pípilo, gallopavo, concho, mulito. Pues bien: hace unos días dos pavos estaban conversand­o. Uno le dijo al otro: “Será bueno ponernos a dieta durante el año. ¿No te fijaste que en la temporada de Navidad todos los gordos desparecie­ron?”. Don Academo, maestro de Gramática, llegó a su casa y encontró a su esposa en coición adulterina con un desconcido. La pecatriz, confusa, empezó a farfullar: “Yo. Tú. Él. Nosotros.”. Don Academo la interrumpi­ó, severo: “Primero las explicacio­nes, mujer; luego las conjugacio­nes”. El doctor Duerf, célebre analista, era el siquiatra de doña Macalota, la esposa de don Chinguetas. Al terminar la sesión del día le indicó: “Mañana trabajarem­os con el inconscien­te”. Replicó ella: “No creo que mi marido quiera venir”. Una mujer entró en el bar, se sentó frente a la barra y le pidió al cantinero un whisky doble. Eso no habría tenido nada de particular de no ser porque la dama iba completame­nte en pelotier, quiero decir desnuda, descalza de los pies a la cabeza. Es natural que el tabernero se le haya quedado viendo fijamente. Eso molestó a la recién llegada. Con áspera voz le preguntó al sujeto: “¿Qué? ¿No ha visto nunca una mujer desnuda?”. “Muchas he visto, bendito sea el Señor -replicó el hombre-. Pero me estoy preguntand­o de dónde va a sacar el dinero para pagar el whisky”. Inepcio le propuso a su señora: “Vamos a echarnos un rapidito”. “Contestó ella fríamente: “¿Acaso sabes de otros?”. FIN.

Mirador

La vieja casona del Potrero de Ábrego es propiedad de sus fantasmas. Ellos la habitan. Son sus dueños. Nosotros llegamos ahí como invasores, y perturbamo­s culpableme­nte su sueño de siglos. ¿Qué fantasmas viven aquí? El de don Ignacio de la Peña, que luchó contra el francés. El de su primera esposa, Blanca, muerta a los 14 años de edad al dar a luz a su hijo, que murió también. Ahora la mujer niña se aparece llevando en brazos al pequeño. Lo muestra y dice entre sus lágrimas: “Yo no tuve la culpa”. También vaga por los aposentos de la casa el espectro de la joven que perdió la razón cuando su novio huyó con otra mujer en la víspera de sus bodas. Yo no la he visto nunca, pero cuentan que lleva un puñal en la mano para matar a los amantes cuando los encuentre.

A estas sombras que por las noches salen de la sombra pertenecen los espacios que nosotros ocupamos. Sentimos su presencia. En la oscuridad oímos de repente algún quejido, una palabra que no entendemos, el leve roce de un vestido de mujer. Son ellos. Decimos una oración para pedir por sus almas. Ellos nos ven y dicen una oración para pedir por nuestras almas.

¡Hasta mañana..!

Manganitas

¿Qué fantasmas viven aquí? El de don Ignacio de la Peña, que luchó contra el francés.

“‘Perseverar­é’, dice AMLO”. Dice la crítica entera -nunca suele hacer favorque lo malo de Obrador es que siempre persevera.

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