Milenio Tamaulipas

El luto de Samara

- JOSÉ RAMÓN FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ DE QUEVEDO

En el proceso de elección y contrataci­ón del técnico nacional, más que en su nombramien­to, se identifica una forma distinta para encarar el futuro de la selección, casi siempre, presionada por los resultados, señalada por las modas y acorralada por la última hora.

Esta vez la decisión sobre el entrenador, sin tener argumentos para evaluar su desempeño todavía, ha sido paciente. Y la paciencia, es una buena señal en este el futbol moderno que exige victorias instantáne­as, pero olvida la necesaria reflexión en la derrota. Desde la eliminació­n en Samara y hasta la llegada de Martino, la selección mexicana guardó un profundo y convenient­e luto, que le permitió rebajar los decibeles de otra eliminació­n mundialist­a. Ese periodo de sosiego, al que acudió en procesión Ricardo Ferretti con un equipo uniformado de bien sustituto, más que de cuadro representa­tivo, resultó fundamenta­l para que el nuevo entrenador recibiera una selección libre de culpas: Martino no hereda ninguna deuda; inicia un camino largo que en esta ocasión, viene precedido de un ayuno. La pausa fue mejor consejera que la prisa.

Con la misma prudencia utilizada para poner el caleidoscó­pico destino tricolor en manos de un hombre sereno, debe valorarse el espacio que requiere el futbol para madurar a un equipo nacional. Estos seis meses sin entrenador, han servido para entender que podemos vivir sin selección; al menos durante un tiempo. No hace falta culparla de nuestros males, pretender que desde su escaño solucione todos los problemas, o acudir a ella como única portadora del éxito del futbol mexicano; así, cada día, hasta que vuelva a inaugurars­e otro Mundial. Si las pasiones pecaran de prudentes, dejarían de seducirnos, pero en el futbol, se puede aprender de ellas.

El luto de Samara, como no se guardó el de Fortaleza, Johannesbu­rgo, Leipzig, Jeonju, Montpellie­r y Nueva York; quizá sea una buena lección para ayudarnos a comprender que los grandes triunfos del deporte, además del trabajo y dedicación obligatori­os, requieren una buena dosis de sensatez. Entregarse al vértigo de los resultados y la pasión del triunfalis­mo, confundirá­n el verdadero objetivo: recuperar la alegría de la selección nacional.

Martino inicia un camino largo que en esta ocasión, viene precedido de un ayuno

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