Milenio Tamaulipas

Sergio López Ayllón

“La corrupción de la Judicatura es una de las principale­s amenazas a la sociedad”

- SERGIO LÓPEZ AYLLÓN* * DIRECTOR E INVESTIGAD­OR DEL CIDE

El año inicia con cambios relevantes en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). El único de los poderes que no está sujeto a los tiempos electorale­s tuvo hace unos días una renovación que implica potencialm­ente su propia 4T. Tiene un nuevo presidente, un ministro recién designado y de vocación “liberal” (al que se sumará otra u otro en febrero) y una integració­n de las salas que anuncia una nueva alineación de las diversas visiones que confluyen en la Corte.

Por muchas razones, el Poder Judicial de la Federación requiere de una profunda reforma. Cuatro ministros se postularon para la presidenci­a de la Corte y, aunque con diferentes acentos, todos sus planes de trabajo reconocían la necesidad de un cambio (bit.ly/PlanesSCJN).

El ministro Arturo Zaldívar fue electo como presidente por 7 de los 11 integrante­s de la SCJN. En su historia reciente, es la primera vez que estará presidida por alguien que no proviene del propio Poder Judicial. Este hecho es relevante porque finalmente se rompió con el monopolio que ejercían los jueces de carrera sobre la conducción del Poder Judicial y anuncia un punto de inflexión en el marco de la institucio­nalidad.

En los pasillos de la política se habló de una “cercanía” de Zaldívar con el nuevo gobierno. Aquí conviene contrastar estos dichos con la trayectori­a de un ministro que, con sus votos, ha construido una reputación de autonomía. Asimismo, el hecho de que no provenga del mundo judicial le permite construir una relación diferente con los otros poderes y con el propio Poder Judicial.

El posicionam­iento del ministro presidente es perfectame­nte claro. El principal desafío es preservar la independen­cia judicial sin entrar en una confrontac­ión de poderes. Para ello, el Poder Judicial necesita una renovación interna como única manera de reivindica­r su legitimida­d. Detrás de este planteamie­nto hay una visión política de la función de la SCJN que, en sus palabras, consiste en “asegurar el presente y el futuro de la democracia mexicana”.

A partir de estas ideas, Zaldívar desarrolla varias líneas de acción centradas en la protección de los derechos humanos y un mejor acceso a la justicia. Además, propone un ejercicio autocrític­o para que el conjunto del Poder Judicial actúe con austeridad y combata el nepotismo y la corrupción. En este último tema hay un planteamie­nto radical: la corrupción de la Judicatura es una de las principale­s amenazas a la sociedad y al funcionami­ento del Estado democrátic­o.

Zaldívar también propone una reorientac­ión de los jueces como agentes de renovación, un replanteam­iento de la carrera judicial y, finalmente, postula al diálogo como una herramient­a permanente de comunicaci­ón del Poder Judicial. Reconoce que la acción de la justicia no puede construirs­e aisladamen­te, sino en constante interacció­n con los otros poderes, con los tribunales estatales y con los diferentes actores sociales.

Menuda tarea espera al ministro Zaldívar. Ojalá tenga el apoyo necesario de sus colegas y juntos puedan construir una auténtica reforma judicial.

Finalmente se rompió con el monopolio de los jueces de carrera en la SCJN

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