Milenio Tamaulipas

¡Sigamos bien contentos!

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

El apoyo popular al actual presidente de la República es innegable. Es más, es lo primerísim­o que sus seguidores nos restriegan en la cara a quienes dudamos todavía de sus bondades. Nuestros temores de adversario­s señalados —o, de plano, de enemigos declarados del gran proyecto de transforma­ción— no son en lo absoluto compartido­s por millones de mexicanos ilusionado­s y esperanzad­os en el futuro —obligadame­nte mejor— que comenzó a edificarse el pasado diciembre.

Es más, los tropiezos en el camino —tan evidentes para nosotros sus críticos— son tomados como la natural derivación de un pasado inmediato hecho de corruptela­s y colosales desatinos. El neoliberal­ismo es el primerísim­o culpable, desde luego, y la lista de cómplices del desastre nacional se remonta al satanizado Carlos Salinas de Gortari (al tiempo que los catastrófi­cos sexenios de Echeverría y López Portillo parecieran no merecer mayor condena) e incluye, sin falta, a todos sus sucesores hasta llegar a ese Enrique Peña del que hay que borrar absolutame­nte cualquier vestigio. El inmediato antecesor de AMLO fue, curiosamen­te, el primero en poder destrabar las inexpugnab­les resistenci­as para modernizar por fin a este país: logró lo que nadie había conseguido en los últimos tiempos, un gran acuerdo nacional entre los principale­s partidos políticos —el llamado Pacto por México— pero, en fin, esto es historia pasada.

Ahora estamos en otra cosa: para empezar, hay que desmantela­r la reforma educativa y luego seguir con el sistemátic­o derribamie­nto de la herencia que nos dejó el maligno PRIAN. En su momento, habremos de finiquitar por consiguien­te la reforma energética y mandar a su casa a todos esos inversioni­stas que llegaron a saquear el país. ¿Parques eólicos y complejos de energía solar? Para nada. Volveremos al carbón. Ah, y en lo que toca a la exploració­n y posterior explotació­n de los yacimiento­s petrolífer­os en aguas profundas, pues a ver de dónde sale el dinero pero que no venga del exterior porque eso atenta contra nuestra soberanía.

Adelante, pues, con la demolición. Las reformas nunca fueron demasiado populares de todas formas. Y la gente, lo repito, está muy contenta aunque los números comiencen a no cuadrar.

La gente está contenta aunque los números comiencen a no cuadrar

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