“Nada más conservador que una propuesta autoritaria de Guardia Nacional”
Ser oposición en un espectro de ideologías desdibujadas y mayorías apabullantes obliga a reconstruir identidades y proyectos. Aunque la retórica que ha imperado en los últimos días recurre a polarizar entre conservadurismo y progresismo, los discursos han alcanzado para que quien se asume como poseedor de la verdad se coloque en el lado de la innovación y empuje al adversario, en un espejismo atemporal, hacia la esquina de los recalcitrantes.
La aprobación hoy de la Guardia Nacional en el Senado es una oportunidad única para despejar de neblina la difuminada claridad política. Si la oposición quiere realmente demostrar que hace un contrapeso no solo para elevar los costos de sus negociaciones en lo oscurito, sino para reconstruir referentes de proyectos que contrastan, no deberá dejar pasar este momento crucial.
La oposición en la Cámara de Diputados quedó reducida a su mínima expresión con la improvisada metamorfosis de nueve diputados perredistas que de un día para otro se despojaron de su rol antagonista y se adhirieron a Morena. Ya se veía venir la disolución de un bloque de oposición desde la votación del dictamen de Guardia Nacional en el que no hubo más que profecías cumplidas.
Nada más conservador que una propuesta autoritaria de Guardia Nacional con mando y estructura militarizada, sin mecanismos de rendición de cuentas, con proceso de profesionalización en manos de la Secretaría de la Defensa. Sin embargo, parece que en estos días no importa el contenido que dará a luz un régimen autoritario, sino que quien lo impulse tenga la confianza de que será inocuo y hasta portador de paz.
Sorpresivamente, la conformación del grupo parlamentario del PRI en el Senado no atiende los mismos intereses del grupo en la Cámara de Diputados. Se dice que está en disputa la dirigencia del partido y que mientras los primeros apuestan por José Narro, los segundos jalan con el gobernador de Campeche, Alejandro Moreno. Aunque esto puede parecer marginal, en realidad puede ser uno de los detonadores fundamentales para marcar la ruta del partido. Suena también por ahí el nombre de Ulises Ruiz, pero con menos adeptos.
Sería muy alentador que a pesar de que el PRI defendió hasta con los dientes el proyecto de Ley de Seguridad Interior que la Suprema Corte de Justicia declaró inconstitucional, los senadores optaran en esta ocasión por trazar una ruta alterna que ofrezca al país una estrategia de seguridad civil de manera que la intervención militar sea excepcional, fiscalizada y de carácter temporal, sin renovación ni permanencia. Así se han comprometido a hacerlo.
Será indispensable que los otros partidos de oposición no cedan ante un dictamen provocador que reduzca su negociación a un par de modificaciones menores. Esta trascendental definición queda también en la consciencia de PAN, MC, PRD e incluso PVEM y algunas senadoras y senadores de Morena que entienden que la ruta de militarización traiciona no solo su oferta de campaña, sino sus propias historias de lucha.
Todos ellos han sido sometidos a presión personalizada. Que la valentía supere la intimidación.
Sorpresivamente, el PRI en el Senado no atiende los mismos intereses del grupo en San Lázaro