Las caravanas
El tema ya no ocupa los titulares, pero eso no quiere decir que se haya resuelto. Al contrario, en las últimas semanas se ha registrado un nuevo aumento en el número de migrantes centroamericanos que buscan ingresar a México para tratar de llegar hasta la frontera con Estados Unidos.
El martes pasado un grupo de unos 500 migrantes agredió a elementos del Instituto Nacional de Migración con piedras y palos en el puente internacional Rodolfo Robles que conecta a Guatemala con México.
Reportes señalan que los migrantes, entre los que se encontraban mujeres y niños, llevaban días esperando ingresar a territorio mexicano y al negárseles el acceso, algunos recurrieron a la violencia.
Y reportes así son cada vez más frecuentes y hablan de la distancia que comienza a generarse entre la política de brazos abiertos que prometió el presidente Andrés Manuel López Obrador y la realidad en la frontera sur.
Lo mismo ocurre en el otro extremo. Ciudades como Piedras Negras y Tijuana se han visto rebasadas ante la demanda de asistencia para cientos de migrantes varados ahí mientras esperan presentar sus casos de asilo ante las cortes estadunidenses.
Las comunidades locales han respondido con generosidad en la mayoría de los casos, tratando de llenar el vacío que han dejado autoridades en los tres niveles de gobierno que parecen ir siempre un paso atrás de los migrantes, reaccionando cuando las cosas empiezan a salirse de control.
La pregunta que debemos hacernos en México y en todos los países involucrados en esta crisis humanitaria no es qué hacer con los migrantes cuando lleguen a la puerta, sino cómo evitar que sigan dejando sus comunidades.
El presidente López Obrador insiste en que el plan de inversión para Centroamérica es la respuesta, pero la realidad es que la estrategia no cuenta ni con los recursos ni con la misión adecuada para solucionar un reto como el que se avecina.
El problema sigue ahí, las caravanas van a seguir llegando y reprimir o ignorar a los migrantes que forman parte de ellas solo seguirá empeorando la situación.
Reprimir a los migrantes solo empeora la situación