El poder de elegir
De la pluma de Lily Galindo, con tinta y sangre nueva, un enfoque sobre el valor de la vida: “Desde el momento en el que llegamos a este mundo, en el mejor de los casos, crecemos rodeados de cuidados meticulosos por parte de nuestros padres, con el fin de que estemos cómodos, felices y con mucho amor para asegurar nuestro bienestar.
Pero pasan los años y nuestro crecimiento se acelera, nos forman con valores, disciplina y castigos, buscando lo mejor para nosotros… dicen. Y llegan a reflejar una imagen de autoridad para que sepas actuar de la forma correcta y les tengas respeto, y aprendas a ganar el de los demás, persiguiendo el mantener un margen de 0 errores. Pero, pocas veces entendemos que los humanos somos seres que cometemos errores, y que de ellos aprendemos a hacer las cosas de una mejor forma y tomamos decisiones de peso.
Somos un espejo que refleja a la familias que se encargó de apoyar a tu formación y crecimiento, y es necesario que te preguntes, si verdaderamente quieres reflejar una imagen que dañará tu ser y tu origen, o que te proyecte como una persona agradecida que reivindique ese legado familiar.
Entre los 16 y 19 años, empieza un análisis ciertamente maduro, pero pocos se hacen responsables de las decisiones que, sin notarlo, afectan a los que les rodean.
En cambio hay quienes resaltan la formación que durante años se esmeraron en darles. Elegimos como emplear las herramientas que nos brindaron en la propia vida o desecharlas y aprender a sacudidas.
A todos los jóvenes nos gusta disfrutar y probar cosas nuevas, sensaciones, emociones, sentimientos… el reto es distinguir entre lo sano y lo tóxico. Las amistades edificantes o siniestras. La familia no podrá vigilarte siempre… madurar significa apreciar el valor de la vida por ti mismo”.
Elegimos como emplear las herramientas que nos brindaron en la propia vida