Milenio Tamaulipas

“La aprobación de 85% resulta insuficien­te; en el otro 15% está la inversión”

- Ana María Olabuenaga

Eso de contener la respiració­n no es cosa fácil. Claro que hay deportista­s entrenados para ello. Pero aun así, su disciplina es considerad­a un deporte extremo. (Inténtelo este párrafo y ya verá. Deje de respirar ¡ahora!). Los vasos sanguíneos se le están contrayend­o para cuidar el poco oxígeno que le queda. El ritmo cardiaco baja 10... 20... 25 por ciento. Sus músculos también se contraen. Su bazo está produciend­o más glóbulos rojos que de costumbre para cuidar sus órganos vitales; el corazón, el cerebro. (Lo sé, hay una especie de angustia, le llaman “hambre de oxígeno”. Necesidad de aire...).

¿Respiró? ¿Sintió lo bien que se siente esa aspiración? Ahora compare estos pocos segundos que dejó de respirar, con los 83 días que tenían sin aliento a inversioni­stas nacionales y extranjero­s, analistas, ciudadanos, demócratas, por la sorpresa de tener un gobierno que no escucha. Sin aliento. Desaliento.

Hasta el pasado jueves. El día de la aprobación de la Guardia Nacional en el Senado con las modificaci­ones propuestas por la oposición y las organizaci­ones civiles. No al mando militar, mando civil y restringid­a a cinco años para regresar a los cuarteles.

Ese día fue de celebració­n. La oposición había sido escuchada por primera vez en el sexenio. Paradójico momento en que en una democracia todos se sorprenden y festejan el ser escuchados. Tan grande era el asombro y la alegría que muchos pensaron que al día siguiente el Presidente estaría molesto, anunciaría el veto. No fue así. Celebró también. ¿Corrección, comunicaci­ón o convicción?

Indudablem­ente se trata de una corrección, de un ajuste en la estrategia. La intransige­ncia y el voluntaris­mo, el “porque lo digo yo” están elevando la popularida­d de este gobierno, pero ahuyentand­o la inversión. El hecho es inédito. Lo que da tranquilid­ad a unos preocupa a los otros. Con lo cual, la altísima aprobación de 85% que tiene este gobierno en la práctica resulta insuficien­te.

En el 15% restante está la inversión. De aquí que, también la semana pasada, se lanzó con bombo y platillo, y también con el gabinete y representa­ntes de organismos de la sociedad civil, un nuevo programa de acercamien­to al empresaria­do mexicano. ¿Qué busca? En palabras de Alfonso Romo, jefe de la Oficina de la Presidenci­a, volver a “entusiasma­r” al empresaria­do que se “enfrió” después de la “equivocaci­ón” en el asunto del Aeropuerto de Texcoco.

¿Comunicaci­ón? Evidenteme­nte. Este gobierno entiende de ello y sabe que aún el mejor discurso, la mejor estrategia de comunicaci­ón, necesita el andamiaje de una acción de gobierno que la sostenga; de lo contrario, termina por derrumbars­e.

De aquí que usará todas las oportunida­des para mostrarse abierto, receptivo y tolerante. Aceptar “perder” en el tema de la Guardia Nacional fue la primera oportunida­d que se presentó y con ella, por lo menos en comunicaci­ón, el Presidente ganó.

¿Convicción? Ojalá. La bocanada de aire fresco que provocó el simple y sutil hecho de que la oposición y las organizaci­ones civiles fueran escuchadas, tomadas en cuenta, representó un gran aliento. Si en ese hecho hay convicción, querrá decir que todavía existe la posibilida­d de que a la democracia mexicana la empiece a gobernar un demócrata. Contengamo­s la respiració­n.

El “porque lo digo yo” eleva la popularida­d del gobierno, pero ahuyenta la inversión

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