Milenio Tamaulipas

“Mi vicio es la música, tengo un archivo muy grande en iTunes”

Aficionado a las series policiacas y películas mexicanas, el poblano confiesa con nostalgia que, debido a la diabetes, ya no es “un buen tragón”; le gusta ver las finales de futbol, de basquetbol y el Superbowl

- LILIANA PADILLA hobbie?

Luis Miguel Barbosa (Zinacatepe­c, 1959) dice no ser fanático de ningún deporte, y aunque disfruta las finales de todos los torneos deportivos, en su casa nada como la comida para convocar a una reunión familiar o de amigos.

No es para menos, su esposa, Rosario, tiene un sazón inigualabl­e, tanto que llegó a preparar hasta 800 chiles en nogada para regalar a amistades cuando Miguel fue presidente del Senado.

Para el poblano, actualment­e el siguiente platillo a degustar es la candidatur­a al gobierno de su estado, ya que la diabetes ya no le permite comer de todo y a todas horas: “Ya no soy un buen tragón”, confiesa con nostalgia.

Miguel ya no puede disfrutar del exquisito sazón de su compañera de vida y, a la hora de la comida, ha optado por sacrificar ese placer por estar en condicione­s óptimas para enfrentar su siguiente desafío político.

Además de la política, ¿qué disfruta Miguel Barbosa? Cuando no estoy en tareas políticas sigo dedicándom­e a la política, esa es la realidad, esto no para en ningún momento. Cuando tengo un poco de tiempo, me divierto mucho viendo la televisión, las series policiacas o alguna película mexicana... todo el tiempo estoy haciendo cosas relacionad­as con mi trabajo, no paro. Nunca tengo teléfonos cerrados y cuando me duermo es porque terminé la última llamada.

¿Cuántas horas duerme? Depende, cuando tengo un poco de tiempo me echo una buena jornada.

¿Tiene algún

La música, soy melómano que no produce música, pero que conoce de música; soy coleccioni­sta, ordené un archivo muy grande en iTunes y ahora me metí a Spotify, creo que mi vicio es la música de toda índole. Siempre me rodea ella; el silencio tam- bién me agrada y a veces me molesta, lo combato con jazz antiguo, aunque escucho de todo. Ahora estoy disfrutand­o el último disco de Leo Dan, un artista de mis tiempos.

En la casa de los Barbosa no solo hay buena música, también buena comida…

Tuve el privilegio de encontrar una esposa, una compañera y una pareja con la que me fusioné; su espíritu está en mí y el mío y en el de ella; encuentra mucha de su realizació­n personal en la cocina, lo hace con gusto, con alegría, y cuando cocina para mí, lo hace con ganas de agradarme; entonces cocina delicioso, todo lo que hace, desde un huevo.

Nuestra casa es un lugar donde se disfruta de la comida y sí, soy exigente y puedo ser hasta agresivo, diciendo después de probar: ¡ocho y ya es demasiado, porque no se sigue superando!

Hace algunos años su salud se vio mermada y tuvo que sacrificar el gusto por la comida. Ahora como menos: mi desayuno es un huevo o medio sándwich de algo, en la tarde una pieza de algo chiquito y en la noche nada. Cuido mi alimentaci­ón para tener mi glucosa en orden. Hay días que voy por un molito, me como una canija pieza pequeña de pechuga que hasta vergüenza me doy. Ya no soy un buen tragón como lo fui, por eso estoy así. Voy a un restaurant­e y ya ni pido, espero a que mi mujer y mis hijos pidan y como de su plato.

¿Le ha costado trabajo el sacrificio?

No, el organismo se acostumbra, además como duermo poco, tengo que hacerlo con el estómago vacío para dormir bien. Si ceno, no duermo y todo eso lo hago para estar lo mejor posible. ¿Y qué tal en los buenos tiempos cuando era un tragón?

En los buenos tiempos de tragazón desayunaba bien, comía mejor y cenaba de poca madre. Ya no me recuerdes.

¿Es aficionado a algún deporte en particular?

Aficionado a nada, pero veo las finales de futbol, el Superbowl, las finales de basquetbol; a las finales de todo le entro, pero que esté pendiente de la temporada de algo, no.

Regresando a la buena comida, ¿la aprovecha para reunir a los amigos y hacer política? Le dedico tiempo a la amistad y eso me ha permitido tener buenas relaciones humanas, pero cultivo amistades de muy diverso nivel y de muy diverso origen, mi esposa se ha hecho famosa por ser una buena cocinera. Además somos de una cultura provincian­a, y cuando hacemos buenos frijoles, queremos compartirl­os. Si algo hacemos sabroso, queremos compartirl­o, y luego por eso parecemos raros. Mis hijos son muy buenos anfitrione­s. Cuando estaba bien de mis pies, mi mujer guisaba y yo servía. Invitaba a comer a todo mundo y mis hijos me heredaron eso. Somos esencialme­nte provincian­os.

“Le dedico tiempo a la amistad y eso me ha permitido tener muy buenas relaciones”

¿Su esposa, además de excelente cocinera, comparte su profesión y es amante de la lectura, no?

Es una mujer muy culta, es abogada y tiene dos maestrías, una en Ciencias Penales por el Inacipe y otra en Enseñanza Universita­ria por la Universida­d Iberoameri­cana, pero tiene una integridad cultural y, más allá de su capacidad académica, su función de mujer la entiende como la función de esposa, de madre y de compañera. Es mi gran compañera, tiene que vivir conmigo en el único cuarto para discapacit­ados de un hotel aquí, en Puebla. Mis hijos tienen su propia vida y no tengo escoltas ni nada, no me gusta la parafernal­ia, quiero acreditar que somos diferentes.

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ANDRÉS LOBATO “También me agrada el silencio y cuando me molesta, lo combato con jazz antiguo”.

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