Guerra de el renacer zombi
¿Qué le puedo decir de las coberturas televisivas? Primero, que Tv Azteca, en Azteca 7, hizo un trabajomillonesdevecesmejorqueel del año pasado y que figuras como Facundo nos sorprendieron para bien, tanto en la alfombra roja como en las partes de color.
Segundo,queTNTsevolólabarda regalándole material extra a sus televidentes. Desde su México en la mira hasta Liza Echeverría posandoconsucamisetade¡VivaMéxico, cuarones!
Tercero, que E! llegó hasta donde nunca había llegado con Gaz Alazraki entrevistando a Cuarón, con una Carla Medina y un Roger González estupendos y con una larguísima lista de propuestas que convirtieron aquello en un acontecimiento.
Y cuarto, que paralelamente a estotuvimosmuchosesfuerzosextraordinarios como los de MILENIOysuincreíblemesadecomentaristasenlínea,comoADN40ysu primer inmenso domingo temático o como TVUDLAP y su mezcla de ejecutivos, estrellas y analistas.
Honestamente este fue un año de magníficas coberturas. Qué lástimaquelagentejuegueaquenole gustaron. ¿O usted qué opina?
Así como Donald Trump va a insistir en que tuvo la más grande y enloquecida multitud de fanáticos celebrando el día de su ascensión como presidente (comprobadamente falso), las televisoras de México parecen estar contagiadas con el mal que padecían en los años 90 cuando empezaron a “competir” por los ratings. Primero con Hechos vs. Jacobo, luego en la oscura etapa de programas de nota roja (lo viví de primera mano, nadie es inocente aquí) y más adelante, con los concursos de canto.
La cosa es que ese asunto se puso intenso; por un lado en las dos televisoras colgaban los ratings en sus paredes (destacando, como siempre, el sector en el que habían triunfado), mientras que críticos de televisión serios, como Álvaro Cueva, recibían advertencias de alto calibre por parte de los encargados de medir esos ratings (Ibope), diciendo que eran privados, solo para el uso interno de las televisoras. Mientras tanto, cualquier chismeservidor comentaba estos números como si fueran la calificación final del bien y del mal televisivo.
Desde entonces han pasado muchas cosas. Desde Tv Azteca diciendo que ellos no usaban esa herramienta hasta que un día se les “olvidó” eso y empezaron de nuevo a publicar estos números que, según lo que uno esté buscando, es lo que uno va a encontrar. Ya sea en edades, nivel socioeconómico, regiones, lo que usted quiera. Se puede medir todo y solo sacar un pequeño pedazo de la información. Por eso es que entonces, y nuevamente ahora,nosvemosbombardeadosporinformacióncontradictoria. Festejos de “ganamos”, cuando a todas luces no estamos viendo el cuadro completo.
Los ratings, en teoría, no eran para ver quién era el más “fregón” de la televisión. Son y fueron diseñados como una herramienta de comercialización, no como una manera de presumirle al público. De hecho, es más que claro que, históricamente, no son los programas de calidad los que tienen (en la mayoría de los casos) la mayor audiencia en la televisión abierta.
Por eso en domingos como el pasado, cuando compiten el Oscar contra Mi marido tiene más familia y el arranque de la bioserie de Silvia Pinal, vemos a muchos ejecutivos muy acelerados, y con mucha necesidad de gritar que ganaron.
¿Pero quién está ganando aquí? Los anunciantes ven números reales, no percepciones. Y el público igual va a ver lo que quiere ver. Sí, es tristemente cierto en la historia que repetir algo que no necesariamente sea cierto, como mucha seguridad generará lo que muchos creen que es una realidad. Pero aquí hay demasiadas manos metidas, demasiada insistencia histérica que sabe a déjà vu. Y al final la pregunta es la siguiente ¿A quién creen que están beneficiando con estas batallas? Les aseguro una cosa de hecho. No es a los televidentes.
Aguas. Sí, la tv abierta sigue siendo preponderante en nuestro país, pero muchos de los partidos más interesantes ya se están cambiando de cancha. Y en lo digital no se puede ser tan creativo con las interpretaciones.
Se puede medir todo y solo sacar un pequeño pedazo de la información que nos quieren ofrecer