Más sociedad y mejores partidos
Vayamos directo al grano y sin edulcorante: la democracia mexicana ha perdido vigor y salud, dañada por el cinismo de la corrupción y la impunidad, la tragedia de la inseguridad cotidiana y la desesperanza de la injusta pobreza.
Los números del Latinobarómetro 2018 no mienten: los mexicanos estamos muy decepcionados con la democracia. Solo el 38% la apoya, el 48% dice que tiene grandes problemas y apenas el 11% está satisfecho con ella.
Corren la misma suerte sus principales patrocinadores: los partidos políticos son los campeones de la desconfianza ciudadana. Ocupan el sótano de la tabla junto con la Presidencia de la República, los diputados y senadores, señala Mitofsky en su evaluación 2018 de las principales instituciones mexicanas.
Panorama anticlimático que enmarca el banderazo del INE, para que durante el 2019 un grupo abigarrado de 68 organizaciones toquen a su puerta en busca de apoyo para obtener su registro como partido político y acceder al paraíso de las jugosas prerrogativas.
¡Chanfle y recontra chanfle! ¿Realmente la democracia mexicana necesita de más partidos políticos para sacarla del quirófano en que se encuentra? ¿Acaso los ocho actuales no son suficientes para reflejar nuestra pluralidad?
Aunque usted no lo crea la opinión de los mexicanos está dividida: el 40% afirma que se necesitan nuevos partidos políticos y un 48% dice que los existentes son suficientes, señala una encuesta de Parametría.
Nuestro generoso sistema electoral ha permitido que entre 1991 y 2016 veinte partidos políticos hayan recibido y perdido su registro, sin dejar beneficio alguno para los mexicanos. El remedio para nuestra democracia enferma, desde mi óptica particular, no es una cucharada de nuevos partidos, sino mejorar el desempeño de los actuales.
Y sobre todo una dosis mayor de sociedad empoderada a través del ejercicio de sus derechos constitucionales, dispuesta a deliberar en la plaza pública y actuar como guardián colectivo de la autoridad.
Transformar el encono que divide por una ciudadanía con valores democráticos, para vernos como diferentes pero nunca como enemigos en el mismo país que habitamos.
¿Acaso los ocho partidos actuales no son suficientes?