Cri-Cri. 85 años de sueños y alegrías con El Grillito Cantor
Tiburcio y Mario Iván son los guardianes de la labor creativa de Francisco Gabilondo Soler
Mario Iván Martínez abrió la puerta de su hogar, en la colonia Condesa, e inmediatamente el ambiente creativo invita a recordar, los muebles clásicos pertenecieron a su abuela y en una esquina, un libro está abierto estratégicamente en la hoja con el autorretrato de Van Gogh (1889), a quien encarnará en el proyecto Vincent, girasoles contra el mundo.
En la sala, sobre la mesa para el café un personaje particular descansa con su violín en mano: CriCri, que es la razón del encuentro entreelcuentacuentosyM2;pero la charla sobre El Grillito Cantor estaría incompleta sin la visión más íntima de Tiburcio Gabilondo,hijoyherederodelcompositor de “El ratón vaquero”, con quien inicia la plática.
“Cri-Cri es el alter ego de Francisco Gabilondo Soler, además es muy divertido, porque siem- pre fue un hombre prudente, pero nunca se privó de darse gusto, de llorar o estudiar aquello que le daba curiosidad; a través de El
Grillito Cantor podía darse la libertaddesermásosado,traviesoo aquellas cosas que no te permites hacerdelleno,comoseguirsiendo niño”, cuenta Tiburcio.
Desde el 14 de diciembre de 1990, él asumió la responsabilidad del guardián de la obra que creó Gabilondo Soler. “Te entregan una responsabilidad, pero lo importante es el trasfondo de la obra, tratar de entenderla y visualizar que forma parte ya del catálogo musical de la cultura popular mexicana. Me decía mi papá que para que una casa fuera mexicana necesitaba una olla de frijoles, una banderayunaVirgendeGuadalupe, yo le agregaría un disco de CriCri”, expresa Tiburcio.
Tributo de por vida
Mario Iván Martínez escucha atento mientras abre su “ropero de los recuerdos” y enriquece la ideaquetienesobreelpapádeCriCri, a quien le dedica el espectáculo Que dejen toditos los sueños abiertos,
segundo homenaje a Francisco Gabilondo Soler, que se presentatodoslosdomingos,hastael7deabril,enelteatroLibanés.
“Cuando tengo que hablar por Cri-Cri, cantando o interpretando alguno de sus textos, siento ese peso gozoso que implica difundir la obra de este hombre, gracias a quien, en parte, soy cuentacuentos, crecí con él y soñé despierto con su música”, confía Martínez.
Mario Iván descubrió que la herencia de Francisco era diversa: “La música está al servicio de la cadencia de la palabra, nunca sientes que las palabras se están deformando, como pasa ahora, porque era un hombre autodidacta, que había leído. Tenía un enorme respeto por la prosodia, la rima y por la riqueza de nuestro lenguaje, no tenía empacho en darnos palabras”, finaliza.