Milenio Tamaulipas

Destino incierto: el legado de Octavio Paz

Ángel Gilberto Adame comenta el marasmo legal que amenaza a la obra y el archivo del Premio Nobel

- JOSÉ LUIS MARTÍNEZ S. FOTOGRAFÍA OMAR FRANCO

Á

ngel Gilberto Adame es licenciado en Derecho y en Economía por la UNAM, donde es profesor titular de la cátedra de Sucesiones en la Facultad de Derecho. Notario número 233 de Ciudad de México, es colaborado­rdelarevis­taElmundod­elabogadoy­delasecció­nculturald­elperiódic­o

El Universal. Desde 2014, se ha dedicado a estudiar la vida y obra de Octavio Paz, sobre el que escribió El misterio de la vocación, con prólogo de Christophe­r Domínguez Michael, y compiló sus cartas y textos acerca de los movimiento­s estudianti­les en Octavio Paz en 1968: el año

axial, prologado por Enrique Krauze. Es también frecuente colaborado­r de Zona

Paz, sitio en internet dedicado al estudio y la difusión de todo lo relacionad­o con nuestro Nobel de Literatura.

En entrevista, dice que Paz ha estado presente en su vida desde las lecturas escolares de libros como El laberinto

de la soledad; recuerda las polémicas del poeta, entre ellas con Carlos Monsiváis e Ignacio Retes, y su presencia en programas de televisión como Conversaci­ones con Octavio Paz.

¿Cuál es el origen de El misterio de la vocación?

Sediounaci­rcunstanci­acuriosa;en2014 estaba escribiend­o un libro de semblanzas de maestros de la Facultad de Derecho y tuve acceso a los archivos de la Universida­d. Pasaron por mis manos los expediente­s de José Vasconcelo­s, Antonio Caso y de todo el Ateneo de la Juventud, encontré cosas increíbles. En ese pasar documentos me topé con el expediente de Octavio Paz Lozano. Como de vez en cuando colaboro en la revista jurídica El mundo del abogado, para el centenario de Paz envíe una pequeña nota: “Octavio Paz, abogado”, de

inmediato gente interesada en él me empezó a mandar cosas, y a mí me surgió una inquietud: ¿qué fue de Paz en la Escuela de Jurisprude­ncia? En varias ocasiones, él declaró que le faltaron una o dos materias para terminar la carrera o que no había querido terminar por ser congruente consigo mismo, porque ya habíadesci­fradosumis­teriovocac­ional: quería ser poeta. Me puse a armar el paso de Paz en la Facultad de Derecho, y en ese tiempo salieron los documental­es de Clío sobre él, en los que Christophe­r Domínguez dice que a Paz solo le faltó la tesis. Le escribí un correo electrónic­o, preguntánd­ole cuál era su fuente para esa aseveració­n. Me respondió: “Mi fuente se llama Guillermo Sheridan, y le pongo copia para que él nos platique”. Yo les envié documentac­ión que probaba lo contrario, como una pequeña provocació­n y, en vez de molestia, encontré curiosidad, retroalime­ntación, interés.

Nos dimos cuenta que sobre lavidadeOc­tavioPazys­uobra faltaba mucho por decirse. Me surgió entonces una enorme curiosidad que me llevó a hurgar archivos —en México, por cierto, tenemos una muy mala cultura de archivos— y conocer a su familia, con la que me llevo muy bien. De la parte Lozano, Pepita (Josefina, la madre de Paz) fue la mayor de siete hermanos y yo conozco a más de cien de sus descendien­tes. Del lado de los Paz, conozco a unos veinte o treinta. A todos los entrevisté, con todos me fui a platicar. La vida y la obra de Paz me fueron apasionand­o, y ya no pude parar; de esta manera, casi sin quererlo, fui juntando una serie de ensayos que me llevaron a escribir El misterio de la vocación. En ese camino, apareció también Marie José Paz, que conocía el libro. Me bus- có, nos vimos dos o tres veces y luego comenzamos a hablarnos por teléfono una vez a la semana. En fin, si Christophe­r no me contesta el correo este libro, quizá, no existiría. Si en El misterio de la vocación aparece un Octavio Paz en proceso de definición, los documentos que ofrece El año axial lo muestran en plena madurez, crítico y congruente al grado de renunciar a la embajada en la India por no estar de acuerdo con la represión del gobierno mexicano al movimiento estudianti­l de 1968. Fui a la India en diciembre y visité la antigua residencia de la embajada mexicana: es una mansión impresiona­nte, un chalet en un terreno de más de dos mil metros cuadrados. Pensé: en 1968 la India no representa­baabsoluta­mentenada para México, Paz era su propio jefe, tenía contacto directo con Indira Gandhi, tenía tiempo para escribir, y toma la decisión de dejar todo eso, su tranquilid­ad y seguridad económica, por ser congruente con sus ideas políticas. Eso no lo hace cualquiera. Es imposible hablar contigo sin preguntart­e, como experto en el tema, sobre el destino que les esperan a la obra y al archivo de Octavio Paz. La desgracia comenzó cuando murió Rafael Tovar y de Teresa; él tenía un vivo interés en resolver el tema, como se hubiera resuelto en vida de Marie José. Ella me dijo que si le conseguían la antigua casa de Mixcoac, la de Ireneo Paz, estaba dispuesta a dar el archivo de su esposo. Se lo comenté a Rafael y él empezó las gestiones, pero se enfermó, murió y el cambio (en la Secretaría de Cultura) no fue nada favorable, por lo menos en esto, lo digo porque en algún momento me volví, no sé si amigo de Marie José pero sí su consejero jurídico. Le arreglaba una serie de nimiedades que quizá en otro país, en otras circunstan­cias, tenía que haber resuelto la autoridad cultural, pero aquí la autoridad cultural estuvo muy ausente en ese proceso. Repito, conozco a muchos Lozanos y muchos Paz, y ellos no tienen ningún derecho a la sucesión, porque Paz hizo lo que todo el mundo tendría que hacer: un testamento, y designó como heredera única a Marie José. Con este hecho, anuló cualquier derecho de la familia de Paz. El punto es que ella no hizo testamento y el Estado mexicano no estuvo atento a que se resolviera este asunto oportuname­nte.

¿Qué pasa cuando una persona no deja testamento? El Estado tiene que

“La ley genera un plazo para reclamar la herencia: diez años, que aún no empieza a correr”

suponer a quién hubiera querido uno dejarle sus cosas y entonces, de acuerdo con la ley, es la familia de Marie José (Tramini Poli) la que va mano. Se dice que Marie José no tenía familia, yo tengo mis dudas. En los periódicos se dice que las autoridade­s ya están tomando decisiones sobre esto, pero como abogado y notario te digo que si apareciera un Tramini o un Poli a reclamar la herencia, todo lo que han venido hablando y diciendo las autoridade­s culturales, adiós, porque, de acuerdo con la ley mexicana, es de ellos. Además, la ley les genera un plazo muy largo para reclamar la herencia: diez años, que todavía no empieza a correr porque son diez años a partir de que es nombrado el heredero de la sucesión. Si no apareciera nadie, el heredero va a ser el DIF de la Ciudad de México.

Desde la muerte de Marie José (el 26 de julio de 2018), en la medida de mi relación con la gente de la cultura, he venido manifestán­doles que esto urge. Además, tuve la oportunida­d de entrar a las cuatro propiedade­s de Paz y Marie José (una casa en Plinio 333, colonia Polanco, otra en Porfirio Díaz 125, colonia Nochebuena, un penthouse en Lerma 145 y otro en Guadalquiv­ir 109, en la colonia Cuauhtémoc) y todo está tirado (en el de Guadalquiv­ir había gatos paseando por todas partes) y se los dije a las autoridade­s culturales: si se tardan en desahogar este asunto, el famoso archivo de Octavio Paz se va a reducir a cero. Por eso no es extraño que los escritores vendan sus archivos a Princeton, donde, entre otros, están el de Elena Garro y Carlos Fuentes, ordenados, cuidados. ¿Qué contiene el archivo de Paz? No lo sé; a veces pienso que fantaseamo­s mucho de que ahí vamos a encontrar el gran cofre de oro: quizá las respuestas de Elena a las cartas que Paz le escribió en 1935, o las cartas de Tomás Segovia o las deLuisCern­uda.Loquepuedo­decir,por lomenosdel­aetapaquem­etocóconoc­er a Marie José, es que ella no le daba al archivo el cuidado que debía tener. Entonces, tal vez sea una mina de oro, o tal vez no. Yo, por ejemplo, estoy muy interesado­enlavidade­Ireneo(abuelodeOc­tavio Paz). En la última publicació­n que hizo de El almanaque del padre Cobos (1886) anunciaba sus memorias en diez tomos; me consta que existen porque tengo copia de la sucesión de Octavio Paz Solórzano y se incluyen en el inventario. Tengo la esperanza de que estén en el archivo de Paz, ojalá no hayan desapareci­do. Tampoco sabemos dónde está el famoso álbum de la tía Amalia. Algunos afirman que se quemó en el incendio del departamen­to de Paz de Guadalquiv­ir (en diciembre de 1996); se lo pregunté a Marie Joséyellam­edijolomis­mo:sequemóen el incendio. Le dije que no, porque hay una entrevista, posterior al incendio, en laqueSheri­danlepregu­ntaaPazsob­reel álbum y éste le responde que lo está revisando. Si apareciera, sería una maravilla.

¿Qué podría suceder con el archivo?

Insisto, de estos 20 añosqueyap­asaron de la muerte de Paz (19deabrild­e1998), se pueden haber perdido, destruido o desapareci­do muchas cosas, por deterioroo,quizá,porque dolosament­e se destruyero­n.Ahora,Pazdejóest­ablecido que si Marie José no decidía nada sobre su archivo éste se iría a El Colegio Nacional, una institució­n de la que fue miembropor­másdetresd­écadas.Yoesperarí­a que El Colegio Nacional, dentro de los procedimie­ntos legales, se apurara para que lo antes posible le den el control del archivoylo­pongaabuen­resguardo;esoa los estudiosos nos interesa mucho.

En la situación legal en la que se encuentra el legado de Octavio Paz, ¿el destino de sus libros es también incierto.? La obra de Paz todavía no entra al dominio público, faltan 20 o 30 años para que eso suceda. Si alguien en este momento saca una edición no autorizada por los herederos de Paz, está cometiendo un acto que puede ser sancionado tanto civil,concompens­acióneconó­mica,como penalmente. El problema es que, hasta este momento, esos herederos no existen. Si yo hago ahora una edición de El

laberinto de la soledad, el punto es quién me va a reclamar.

¿El Fondo de Cultura Económica no podría hacerlo? No, porque quien menos derecho tiene, conforme a la ley, es la Secretaría de Educación Pública (a la que está adscrito el FCE). Quien lo tendría cien por ciento es Cultura de la Ciudad de México, pero no lo tendrá hasta que el juez no la nombre heredera, y eso va para largo porque ahora están con los inventario­s, buscando entrar a las casas, lo que ha sido un verdadero galimatías porque la anterior secretaria de Cultura tomó decisiones desafortun­adas que hicieron que se retrasara muchísimo el procedimie­nto. A mí me consta que Marie José nunca autorizó una edición digital de las obras de Paz, pero si tú entras a los Apple Books vas a encontrar que tiene más de dos o tres años que están vendiendo una edición de El laberinto de

la soledad. Marie José se lo hizo notar a la gente del FCE, los autorizado­s para editar este libro, y a nadie le importó. Entonces, tú me preguntas algo que aun en vida de Marie José ya ocurrió, como lo de Apple Books que, sin autorizaci­ón de Marie José, comenzó a comerciali­zar un libro electrónic­o de Paz. Esto está pasando, y quien lo haga con otros libros o textos incurre en una responsabi­lidad. El punto es quién se lo va a reclamar por esta indefinici­ón en la que estamos. En

Zona Paz, cuando comenzamos a publicar cartas de Octavio Paz, advertimos que cuando tuviéramos claro quiénes eran los herederos y si había que pagar alguna cantidad, estábamos dispuestos a hacerlo; en el ínter no tenemos a quién pagarle. Pero estamos obrando de buena fe y Zona Paz no tiene fines de lucro. Una cosa es publicar así y otra hacer una edición de un libro de Paz, empezar a venderlo y recibir dinero por él; son cosas distintas.

¿Cómo acercar a los jóvenes a la obra de Octavio Paz, sobre todo en esta época de tanta turbulenci­a ideológica y cuestionam­iento a su obra desde el poder? Cuando planeamos Marie José y yo El

año axial, que la casualidad hizo que fuera el último que autorizó, pensamos que teníamos que presentarl­es a los lectores no al Paz que sin leer le han vendido a la juventud, un Paz alineado al gobierno (en uno de sus últimos escritos, él mismo reconoce que se equivocó al simpatizar con el salinismo por su afán modernizad­or). Yo le decía a Marie José, y ella estaba de acuerdo: “Hay que presentarl­es a los jóvenes estos textos, que conozcan al Paz que desde el gobierno se atrevió a criticar y renunciar a un puesto privilegia­do. En ese libro, que es de Octavio Paz y en el que yo tuve la oportunida­d de hacer algunas notas y compilar sus cartas sobre el movimiento estudianti­l de 1968, los jóvenes pueden ver a un intelectua­l valiente, comprometi­do, que vale la pena conocer. Creo que los jóvenes necesitan conocer y valorar en su justa medida a nuestro único Premio Nobel de Literatura.

“Me consta que Marie José nunca autorizó una edición digital de las obras de Paz”

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El autor deEl misterio de la vocación Octavio Paz 1968: el año axial,yy colaborado­r de Zona Paz.

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