PRI: a la deriva o al abismo
Leí con atención el ejercicio periodístico de nuestro diario alrededor de los priistas ahora que celebran —es un decir— un aniversario más.
Tres entrevistas con los que podrían, o quieren o se rumora aspirantes a liderar el Partido Revolucionario Institucional. Leí también algunas que ha dado José Narro Robles que, entiendo, hoy mismo recibirá a Israel Navarro.
Juro que busqué y busqué una propuesta, una idea nueva, una política pública que los separe del actual gobierno o si quisieran del suyo que acaba de terminar. Fracasé en mi búsqueda.
Se miran al ombligo todo el tiempo, que si el problema fue “el error de Campeche” —aceptar candidaturas externas—, que si el problema es que se alejaron de los liderazgos locales, que si el problema fue no escuchar a la militancia, que si hay que estar unidos, que sino queda más que esperara ver cómo gobierna esta administración para que se compare con el otro.
Frente a la metódica destrucción de su legado, sus reformas de hace seis años: la energética, la educativa… No dicen nada. Frente al menoscabo de instituciones y órganos que ellos construyeron o ayudaron a construir, nada. De corrupción no hablan, por ejemplo.
Parece bastarles la frívola discusión de si hay que expulsar a Peña Nieto o no. Y luego, pregunto yo, con quién o qué lo sustituyen.
Si, como dice María Amparo Casar en Nexos, “estamos frente al proyecto de legitimación y permanencia en el poder más ambicioso que haya conocido la exigua democracia mexicana: el diseño de un tecnócrata electoral de altos vuelos”; pues le irá muy bien si esos son los de enfrente.
Es curioso, me encontré ayer un tuit de Vanessa Rubio que decía: “Soy simpatizante del @PRI_Nacional porque comulgo con sus principios: libertades y derechos humanos; democracia social con rechazo al autoritarismo; y justicia social que asegure acceso a derechos y a oportunidades”.
No se dónde encontró Vanessa esos principios, pero al menos los enumera, con esa generalidad que todo partido podría firmar, pero algo es algo.
Ahora, lo más curioso es que Vanessa, gran jefa en la última campaña priista y senadora de la República de la bancada del PRI, se diga “simpatizante”.
Pues sí.
Parece bastar la frívola discusión de si hay que expulsar a Peña Nieto