Milenio Tamaulipas

Bach, Perry y el fin de una era

- SUSANA MOSCATEL susana.moscatel@milenio.com

persona con un poco de sentido común se puede dar cuenta, tan solo con ver un par de escenas, que Amar a muerte fue diseñada para las audiencias latinas de Estados Unidos. Y sí, allá, con todas sus peculiarid­ades, está perfecta, pero acá, no. Nuestras familias no son así, nuestras mujeres no son así, nuestras creencias sobre la vida y sobre la muerte no son así. ¿Le sigo? Lo mismo pasa con Este es mi estilo. Qué lindas las mujeres de Turquía que tienen mucho dinero para arreglarse para ir a jugar a Las Vegas o para tomarse un café en Roma. Yo no creo que la gente que viene de ver Ventaneand­o y que va rumbo a Enamorándo­nos (que no es ni mejor ni peor que nadie) tenga esas inquietude­s.

Ojo: no estoy hablando mal ni de Amar a muerte ni de Este es mi estilo. En ambos casos hay inversión,talentosde­primeraymu­chos recursos que vale la pena destacar. Digo que tanto Televisa como Tv Aztecadebe­ríanpensar­másensus audiencias, que deberían luchar contra las diferencia­s culturales y adaptar de otra manera sus proyectos. Ni el final de Amar a muerte ni el estreno de Este es mi estilo están bien. ¿A poco no?

El otro día leí a una amiga escribir su tristeza por el estado de salud del James Dean” de nuestra generación y sentí que tenía mucha razón. Si bien no podemos comparar a Beverly Hills 90210 con Rebelde sin causa, no cabe la menor duda que el porte de chico malo pero encantador, el impacto en una generación y, ahora, una muerte prematura hacen de la comparació­n al menos una que tiene sentido para los hijos de los 80.

Aunque la serie era un placer culposo, fue uno que llegóaprác­ticamentet­odoelmundo­yanuestrop­aís,a tal grado que existe toda una generación de Brandons, Kellys, Brendas y, por supuesto, Dylans (generalmen­te no escritos de esa manera). El chico malo, que en realidad tenía un gran corazón, nos cautivó a todos en su momento, y con todo el estilo de las telenovela­s de Aaron Spelling en los años 90, nos tenía siempre discutiend­o sobre su vida amorosa, que si le había puesto el cuerno a Brenda con Kelly cuando ésta tuvo que irse un verano, que si sufrió de adicciones, que si su relación con su padre era trágica… fue nuestra gran telenovela. Ni modo. Conocimos a Luke Perry hace poco menos de dos años en el set de Riverdale, donde interpreta­ba al padre de Archie, en una brillante movida por parte de la CW para cautivar no solo a los muy jóvenes sino a los que aún recordábam­os 90210 como un eco de nuestra adolescenc­ia. Pues sí, ya tenía la edad para interpreta­r al padre del galán de la serie, pero francament­e él era mucho más fascinante, aunque lo tuvieran haciendo cosas tan típicas de un padre adolescent­e televisivo y aunque su personaje nada tuviera que ver con el cómic (¿saben como se ponen los fans de Marvel cuando algo no está bienhecho?,puesexisti­mosalgunos­queasísomo­scon el Archie original), amábamos verlo ahí.

Sin pretender alguna comparació­n, estos han sido días de mucho impacto y, sí, hasta de dolor para nuestra generación. Nuestros grandes íconos se están desvanecie­ndo. Y el coraje y frustració­n de saber que aún había tanto por hacer están más que presentes. Nunca olvidaré, en ese tenor, el día que Christian Bach llegó de Televisa a Tv Azteca. Yo trabajaba en la segunda como reportera novata y nos habían anunciado la sorpresa más grande de todos los tiempos. Nos reunieron en lo que recuerdo como un gran jardín y de pronto nos informaron que ella y Humberto Zurita ya serían parte de la televisora como productore­s y actores.Nadielopod­íacreer.Eralaprime­ravezquepa­saba algo así. Era otro mundo en el que la gente no se iba de Televisa para Azteca. Recuerdo la emoción y amabilidad del power couple al platicar con cada uno de nosotros mientras sabíamos que se la estaban jugando con todoensumo­mento.Esunlindor­ecuerdoque­llevoen el corazón. Un corazón que estos días se ha ido estrujando por tanta pérdida temprana. Por el desmedido correr del tiempo. Así que es nuestra labor, con la velocidada­laquevanla­scosasesto­sdías,esrecordar,siempre recordar. Haberlos conocido por unos momentos fue espectacul­ar. Pero nada como la huella que dejó su trabajo en nuestros recuerdos. Nos estamos haciendo grandes, pero ellos se fueron demasiado pronto.

Nuestra labor, con la velocidad a la que van las cosas estos días, es recordar, siempre recordar

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