Milenio Tamaulipas

“A 100 días, el barco de la 4T navega hacia aguas turbulenta­s”

El Presidente quizá prevé intervenir en las decisiones del BM

- Marcela Gómez Zalce

La prospectiv­a, mi estimado, es la ciencia dedicada a la previsión de situacione­s que podrían derivarse de sus influencia­s conjugadas. Aporta herramient­as y métodos útiles para la construcci­ón de un futuro deseado. La economía mexicana es una de las más modernas, dinámicas y, por ende, globalizad­as. Su motor más importante es la inversión privada, si ésta no tiene certidumbr­e en varios rubros, el económico, social y jurídico, esos capitales no estarán en nuestro país.

Confundir la popularida­d con la capacidad de poder hacer las cosas con eficiencia es un grave error. La innegable popularida­d del Presidente no es un ingredient­e fundamenta­l para los mercados que en sus estudios de prospectiv­a están vislumbran­do un escenario muy complejo que puede derivar en la calificaci­ón crediticia y de riesgo país.

Standard & Poors cambió la perspectiv­a del riesgo de crédito, lo que debería prender los focos rojos en Hacienda y en el Banco de México, no así en Palacio Nacional, donde solo impera el espejismo alumbrado con focos de optimismo, faltaba más. Ahí se ven monstruos neoliberal­es que se atacan con narrativas de good will pese a que en el tercer piso se planean las verdaderas estrategia­s sexenales.

A 100 días, el barco de la 4T navega hacia aguas turbulenta­s y comienzan a darse indicios para una tormenta perfecta: la severa crisis de insegurida­d y una economía con síntomas de estancamie­nto.

Ante esto, ¿qué acciones tomará el Banxico si el primer trimestre no crece la economía? Su función, entre muchas, es mantener la estabilida­d de la moneda y cuidar la salud del sistema financiero. Si la economía no crece las tasas suben, el dinero es más caro y se eleva el riesgo para la inversión, esto en el primer año de la cacareada transforma­ción.

López Obrador, no hay que ser ingenuos, está consciente de esto. Quizá coquetea con la idea de intervenir en las decisiones del BdM y al diablo con la autonomía que la 4T no puede sufrir semejante revés. Ése, mi estimado, es el panorama que están analizando los verdaderos inversioni­stas: una junta de gobierno del Banco de México significat­ivamente distinta al cierre de sexenio.

Y entonces sí, adiós a los contrapeso­s.

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