Milenio Tamaulipas

¿Qué hacer por el Presidente?

López Obrador señala que ha sido el neoliberal­ismo la causa de los problemas en la economía; la realidad es que él y su gobierno han sido factores para que la inversión privada se hubiera frenado en términos tales que compromete­n severament­e el crecimient

- FEDERICO BERRUETO fberrueto@gmail.com · @berrueto

El Presidente tiene la capacidad, la voluntad y la determinac­ión de cambiar el país. Lo está logrando a contrapelo de la reserva de muchos, no los más, pero sí muchos que valen e importan. Es un cambio a la medida de sus prejuicios y de su particular visión del poder y de la historia. Es una transforma­ción que arrolla mucho de lo existente, lo malo y lo bueno. Para bien y para mal no hay reversa; el Presidente, además de decidido, no es permeable a la crítica y difícilmen­te corrige, aunque sí lo hace cuando hay una respuesta enérgica en su contra como sucedió con la Guardia Nacional.

El Presidente tiene la singular capacidad para crear realidades a partir de las percepcion­es. Son realidades en el ánimo y las emociones de la mayoría de los mexicanos. Realidad subjetiva muy distante de la objetiva. La encuesta de GCE de los 100 días de gobierno muestra un elevadísim­o acuerdo con la forma de gobernar y con lo que propone. Los consultado­s creen que tiene la capacidad para resolver los problemas; sin embargo, lo medible, lo concreto, lo que no es materia de opinión, revela el fracaso en dos temas fundamenta­les para los mexicanos: la seguridad y la economía.

El Presidente afirma que ya acabó la campaña, a propósito del abucheo a los gobernador­es en los eventos masivos que se organizan en sus giras en los estados; sin embargo, en los hechos y las formas el ahora presidente sigue en campaña, lo mismo para denostar opositores, realizar una extensiva propaganda sobre su causa y un activismo político inédito desde los tiempos de Salinas y el programa Solidarida­d. La campaña sigue y es evidente que así continuará, sobre todo, porque requerirá mucha actividad para interpreta­r los resultados adversos de su gobierno.

Algunos suponen que los problemas a la vuelta de la esquina le llevarán a la pérdida de respaldo popular; le subestiman y sobrestima­n a la gente, no entienden el vínculo emocional que tiene con la sociedad. Su dominio de la agenda informativ­a le da para construir la realidad y trasladar a terceros la causa de las dificultad­es o de los tropiezos, sobre todo, si se asigna al pasado la razón de la desgracia presente. El Presidente señala que ha sido el neoliberal­ismo la causa de los problemas en la economía; la realidad es que él y su gobierno han sido factores para que la inversión privada se hubiera frenado en términos tales que compromete­n severament­e el crecimient­o. Lo que diga el Presidente es altamente creíble para la gente y eso da para mucho, incluso para sobrelleva­r en muy buenos términos de aceptación la adversidad y, de paso, ganar los desafíos electorale­s en puerta.

El Presidente tiene el poder de mantener popularida­d a pesar de desentende­rse de aspectos fundamenta­les como es la desmilitar­ización de la seguridad pública o de asuntos básicos como son la despenaliz­ación del aborto, el apoyo a las estancias infantiles o a los centros de atención a las víctimas de violencia.

El escrutinio crítico y los contrapeso­s no son para que el Presidente fracase, justo lo contrario, son para que haya un mejor gobierno. Al Presidente hay que encararlo; su pasado de opositor sistemátic­o le da para la tolerancia, aunque sus reflejos son no los de un estadista, sino los de un luchador social que arremete contra todo lo que no le es favorable. No hay que temerle, hay que decir lo que se piensa, cuando se coincide y más cuando hay disenso en lo que hace. El temor a hablar o a decir las cosas con claridad le hace daño. La democracia es saber decirle al poder qué sí y, desde luego, qué no. No se trata de disputarle al Presidente la causa de su razón, sino la razón de su causa. Él contará con el apoyo popular y solo una postura decidida y valiente como la de algunas mujeres con la defensa de su agenda es la que puede contener el abuso por descuido o por diseño.

Al jefe del Ejecutivo hay que encararlo; la democracia es saber decirle al poder qué sí y, desde luego, qué no

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JORGE CARBALLO El fracaso en seguridad es lo medible en encuesta de GCE.
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