Milenio Tamaulipas

Dominical de los mil mejores...

El oficial del Registro Civil se impacientó con don Martiriano, el sufrido esposo de doña Jodoncia. “Ya no venga, señor -le pidió airado-. Una y mil veces le he dicho que su acta de matrimonio no tiene fecha de caducidad”

- ARMANDO FUENTES AGUIRRE

Le dijo don Cornífero a su compadre Pitorreal: “Mi mujer se viste muy bien”. “Sí -reconoció el compadre-. Pero muy despacio”. Doña Frigidia, ya se sabe, es la mujer más fría del planeta. Fue al cine a ver la película “Los últimos días de Pompeya” y su presencia en la sala bastó para que se apagara el volcán. Una noche don Frustracio, su marido, se asomó a la ventana y comentó: “Hay luna llena”. “Esta noche no -se apresuró a decir doña Frigidia-. Me duele la cabeza”. Un señor visitó el manicomio de la ciudad. Se le acercó un alienado: “Soy el Hombre Araña”. “¿De veras? -sonrió el visitante-. “Sí -confirmó el loquito con un mohín de coquetería-. Tejo”. Doña Mo Bydick, robusta señora, se compró una falda. Fue al vestidor a probársela. A su vuelta le preguntó la empleada: “¿Le quedó la falda?”. “No lo sé -respondió, mohína, doña Mo-. No me quedó el vestidor”. Era ya cerca de la medianoche. Desde el segundo piso el padre de Dulcibel le preguntó: “¿Está ahí tu novio?”. “Todavía no, papá -respondió ella entre jadeos-, pero ya casi”. Pirulina regresó de su viaje de luna de miel. Una de las primeras cosas que hizo después de arreglar su nidito de amor fue ir al café donde solía reunirse con sus amigas. Les dijo: “Por fin esta tarde se volvieron a juntar”. Una de ellas se extrañó. “Todas las tardes nos juntamos”. Aclaró Pirulina: “Hablo de mis piernas”. FIN.

Mirador

Historias de la creación del mundo.

El Creador hizo el agua. Cuando el hombre la vio se alegró mucho.

El Creador hizo las plantas que habrían de servir de alimento a los humanos.

Cuando el hombre las vio se alegró mucho.

El Creador hizo el fuego. Cuando el hombre lo vio se alegró mucho.

Pasó el tiempo.

Un día el Creador se enojó contra los hombres y mandó sobre ellos un diluvio que los aniquiló.

Otro día el Creado se irritó contra los hombres y envió contra ellos una plaga de langostas que acabó con todas las plantas que los alimentaba­n. Días después el Creador se encolerizó contra los hombres y destruyó con fuego sus ciudades. Preguntó el hombre con tristeza: -¿Para eso hizo el agua, las plantas y el fuego?

¡Hasta mañana!...

Manganitas

“. Sacan a los presos de las Islas Marías.”.

Con enojo singular un reclusó se quejó:

“¡Qué coraje! ¡Cuando yo ya había aprendido a nadar!”.

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