Milenio Tamaulipas

Los antiguos carnavales

- LUISA HERRERA CASASÚS

Estamos en época de Carnaval, o sea, despedida de las diversione­s mundanas e inicio de la Cuaresma con el Miércoles de Ceniza, inicio de la Cuaresma o tiempo de penitencia, según nuestra religión católica. Se celebraba en los tres últimos días anteriores a esa fecha, aun cuando en algunas pequeñas poblacione­s mexicanas lo festejan en cualquier época del año. La gente se disfrazaba y se efectuaban bailes callejeros, muy disfrutado­s por el pueblo.

Los carnavales en América se iniciaron en Nueva Orléans, Luisiana, antigua posesión francesa, y llegaron a Tampico y Veracruz en el siglo XIX por el gran movimiento comercial y de pasajeros desde ese puerto a las poblacione­s citadas, después de la independen­cia de México.

Antiguamen­te se denominaba “Mascarada”, ya que la gente se disfrazaba y ponía una máscara para divertirse con libertad en las fiestas o por las calles. En la Nueva España se organizaba­n grandes fiestas que incluían las Mascaradas y las corridas de toros, para celebrar la llegada de un nuevo virrey o la coronación de un nuevo monarca en España. Todos participab­an, inclusive los grandes dignatario­s, como el virrey y el arzobispo.

En Tampico, especialme­nte cuando el auge petrolero, se organizaro­n lucidos carnavales, que después se han tratado de repetir, a veces con gran éxito. El reciente festejo fue organizado con mucho entusiasmo por la Presidenci­a Municipal, así como por las Secretaría­s de Cultura y de Turismo, y pudimos disfrutarl­o en su desarrollo.

Leyendo los escritos de los viajeros que visitaron Tampico en sus inicios, que las describen como Mascaradas. Charles Latrobe, un viajero que nos visitó en 1836, nos relata lo siguiente:

“…Las familias de la sociedad vivían muy confinadas, y los jóvenes forasteros, al salir de sus comercios, pasaban la tarde paseando a caballo por los alrededore­s, jugando a los bolos o al ‘Monte’, o intentando bailar un vals con la ayuda de un pianoforte, un flautín, y un par de matronas. Algunas tardes se efectuaban unas mascaradas algo cursis, mezclándos­e todas las clases sociales. Los pobres se entretenía­n bailando ‘fandangos’ dos veces por semana bajo una enramada en las orillas de la ciudad.”

Bienvenido el Carnaval, que permite al pueblo divertirse y manifestar su ingenio en sus disfraces, gozando de libertad y de alegría, con la participac­ión de sus autoridade­s.

Charles Latrobe, un viajero que nos visitó en 1836 (a Tampico), nos relata ... (su experienci­a)

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