La venganza
Una mayoría de los espectadores habituales de la vida pública recordará cómo con no poco azoro asistía, en la antesala de la elección de 2006, a una peculiar saga de enredos que pasaban todos por una cámara de video. Primero un secretario de Finanzas capitalino pillado mientras apostaba en el lujoso hotel Bellagio de Las Vegas y después, emboscado por políticos panistas y empleados de Televisa, el operador del jefe de Gobierno
exhibido mientras recibe fajos de billetes de un contratista.
La maquinaria para destruir la posibilidad de que Andrés Manuel López Obrador fuera candidato presidencial pasaba además por un proceso de desafuero impulsado desde Los Pinos por Vicente Fox y una campaña, a la que se sumó con entusiasmo la clase empresarial, para advertir que el entonces aspirante perredista era un peligro para México. Pese a la derrota de aquel año, el tabasqueño se levantó, ya es Presidente y es hora de cobrar facturas.
Agradecido con Enrique Peña Nieto porque no perpetró un fraude, el mandatario sin embargo tiene cuentas pendientes y ha empezado a echar a andar el mecanismo, dándose tiempo para precisar, con un tono de mayúsculo desprecio, que no enfilará baterías contra Felipe Calderón, pese a que le robó la Presidencia.
Sí perseguirá, sin embargo, a personajes de aquellos años de la primera década del siglo y con especial perversidad eligió una denuncia de Rosario Robles, por quien también va, para cazar a uno de los arietes del grupo que lo arruinó en 2006: Carlos Ahumada. La ex jefa de Gobierno, después de su episodio personal con el empresario argentino, acabó arrastrada por las pillerías del benefactor de la corrupción del PRD, dejó ese partido y se refugió en el PRI, donde retomó la función pública como secretaria de Estado en el sexenio de Peña Nieto, desempeño por el que ahora se le presume en falta.
La estrategia, empero, no es solo lanzar el aparato de justicia en su contra, sino aprovechar una denuncia de ella para hacer lo propio contra su otrora compañero, _ ese que apareció en videos repartiendo billetes a René Bejarano y a Carlos Ímaz y que, ufano, decía haber puesto su granito de arena para impedir la llegada de AMLO a la Presidencia.
La venganza está en curso.
El tabasqueño ya es Presidente y es hora de cobrar facturas