Milenio Tamaulipas

Disciplina

Aunque se les haga leer el dicho texto será difícil que los escolares sigan sus dictados. La educación moral se imparte básicament­e en el hogar, y las exigencias del mundo moderno han hecho que en muchos hogares esa educación haya dejado de impartirse.

- ARMANDO FUENTES AGUIRRE

Pompafina fue al parque a pasear a su perrita poodle. Ahí encontró a Libidiano, que también andaba con su perro. En otro tiempo ella y él habían tenido amores pasionales, y decidieron recordarlo­s aprovechan­do la cómplice protección de unos arbustos. Los caniches no pudieron menos que contemplar la ardiente coición de sus amos. La perrita, confusa, no sabía qué hacer: “No te apenes -la tranquiliz­ó el perrito-. Lo único que hacen es obedecer su instinto”. Empédocles y Astatrasio, ebrios de profesión, se hallaban en la cantina, como siempre. Ese día les dio por hablar de sus respectiva­s vidas. Astatrasio le preguntó a Empédocles: “¿Por qué nunca te casaste?”. El otro suspiró. “Tuve una novia -dijo-. Cuando yo estaba borracho ella no quería casarse conmigo, y cuando estaba sobrio yo no me quería casar con ella”. Dulcibella despidió en la puerta de su casa al inexperto y tímido galán. Le dijo: “Gracias, Inepcio, por los dos besos que me diste”. “¿Dos? -se sorprendió él-. Fue uno solamente”. “No -reiteró ella-. Fueron dos: el primero y el último”. La curvilínea chica presentó en la ventanilla de banco un cheque para cobro. Le preguntó el cajero: “¿Tiene usted alguna identifica­ción?”. “Sí, -respondió ella-. Un tatuaje en forma de corazón arriba de la pompa izquierda”... El asesor en eficiencia laboral y ahorro de tiempo mostró sus técnicas ante un público formado por jefes de producción de varias fábricas. Al terminar les dijo: “Una cosa les aconsejo: no traten de aplicar estas técnicas en su casa”. “¿Por qué?” -preguntó uno. Explicó el experto: “Durante varios meses estuve observando la rutina que seguía mi esposa al preparar el desayuno. Me di cuenta de que hacía muchos viajes al refrigerad­or, a la despensa, a los gabinetes de la cocina, y traía siempre una sola cosa. Un día le dije: ‘¿Por qué no traes varias

cosas a la vez?’. Desperdici­as mucho tiempo; eres poco eficiente; no sabes hacer bien lo que haces”. Preguntó otro del público: “Y eso ¿sirvió para ahorrar tiempo?”. “Claro que sí -aseguró el conferenci­sta-. Antes mi esposa tardaba 20 minutos en hacer el desayuno. Ahora yo me lo preparo en 10”. La distribuci­ón de la “Cartilla moral” de Alfonso Reyes por el Gobierno de la República -y por los ministros evangélico­s- es prueba de la indiscutib­le actitud ética del Presidente López Obrador. Loable, en efecto, es su preocupaci­ón por mejorar la conducta de las generacion­es nuevas. Sin embargo no faltarán escépticos que duden de la eficacia de esa medida. Aunque se les haga leer el dicho texto será difícil que los escolares sigan sus dictados. La educación moral se imparte básicament­e en el hogar, y las exigencias del mundo moderno han hecho que en muchos hogares esa educación haya dejado de impartirse. En fin, como dicen en el rancho: peor es chile y agua lejos.Un hombre llegó al bar del hotel y hablando dificultos­amente le pidió al cantinero: “Da-da-dame u-un te-te-tequila, por fa-favor”. El cantinero, compasivo como casi todos los de su oficio, le dijo: “Veo que sufre usted de tartamudez, señor”. “S-s-sí -respondió el otro-. De-de-desde niniño. Y na-nada me ha po-podido cucurar”. “Yo también fui tartamudo -le contó el cantinero-. Pero un día puse mi cabeza entre los muslos de mi esposa y eso me curó”. El hombre prometió seguir el consejo. Una semana después regresó. “Da-da-me u-un te-te-tequila, por fa-vor” -tartajeó como la vez pasada. Le dijo el cantinero: “Veo que sigue usted tartamudea­ndo, señor -comentó el cantinero-. ¿No siguió la receta que le di?”. “La-la se-seguí -responde el tartamudo-, pe-pero no-no dio re-resultado. De cua-cualquier mo-modo da-dale las gra-gracias a tu es-esposa”... FIN.

Mirador

Los nopales del Potrero dieron este año tunas como nunca. Rojas, blancas, amarillas; cada una como un panal de miel, cada una como un pequeño mundo de dulzura.

A la gente del rancho no le gusta que haya muchas tunas. Cuando los nopales cargan mucho, les ha enseñado su ciencia centenaria, no hay mucha manzana, mucha ciruela, mucho durazno, mucho maíz ni mucha nuez. Año de tunas, dicen, no es año de fortunas.

Por la mañana, sin embargo, entro en la cocina y veo sobre la mesa un gran plato colmado de tunas mañaneras. Si el ángel del Veronés o de Van Gogh anda por aquí lo desafío a que pinte esas tunas con el color exacto que cada una tiene. Cuando Motolinía probó por primera vez las tunas mexicanas dijo que “son tan sabrosas que saben como a pera o a uva”.

Yo quiero decirle a fray Toribio que hay una peras y unas uvas tan sabrosas que saben como a tuna.

En fin, como dicen en el rancho: peor es chile y agua lejos.

¡Hasta mañana!...

Manganitas

“... Bajó el número de accidentes durante las vacaciones de verano...”. Yo quiero decir que a veces los accidentes citados llegan algo demorados

(más o menos 9 meses).

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