Blackbird, una obra sobre el abuso
Una mujer llega a una oficina para encarar por fin al hombre que tres lustros atrás, cuando tenía 12 años y él estaba en sus 40, la violó para después, tras una condena demasiado corta, hacer lo que ella —rota, atada
sin remedio a ese pasado terrible— no ha podido: reconstruir su vida, formar familia, dejarse ir en la cotidianidad como cualquier ciudadana. Así arranca Blackbird, la obra del escocés David Harrower que ahora, muy oportunamente, justo cuando las mujeres tomaron las calles y nos han obligado a todos a encarar los testimonios de esa violencia interminable, se puede ver en La Gruta, el conocido rincón teatrero al sur de la ciudad.
Eldesafíoquedebeimponerestaobratiene que ser mayúsculo, y la directora Katina Medina Mora lo supera con brillantez. En una hora o poco menos, en diálogos necesariamente condensadísimos, sin respiro, los espectadoresenfrentanlosmilaspectosdel abuso sexual, en un subibaja emocional que va de la autoexculpación seudo racional fallida, a la bravuconada, a la culpa que no es fácil creerse, a la súplica, en el caso del personaje masculino, Ray; y del quebranto al humor negro, al reclamo violento, a la culpa inmerecida de la víctima en el caso de ella, Uma. Una hora fuerte, dolorosa, cruda, que desde eso que conocemos como ficción —aunque la historia se inspira en un caso real, el de un marine gringo que secuestró a una niña de 11 años— arroja mucha luzsobreunfenómenoquenoestamosnicercadecomprender, enelentendidodequearrojarluz,cuandohablasdebuenteatro, significa siempre dejar más preguntas que respuestas.
Con un escenario mínimo y un puñado de elementos escénicos —todo transcurre en una oficina cochambrosa y desordenada de poquitos metros—, no habría forma de que Blackbird sobreviviera sin capacidades interpretativas muy, muy por encima del promedio. Así son las de Alejandro Calva y de la extraordinaria Casandra Ciangherotti, que bordan, francamente, a dos personajes llenos de vericuetos.
De veras: vayan.
Arroja mucha luz sobre un fenómeno que no estamos ni cerca de comprender
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Blackbird está en el Foro La Gruta, Centro Cultural Helénico, viernes, sábados y domingos, hasta el 29 de septiembre.